Ethel MacDonald, de origen escocés, fue una destacada militante anarquista de las tantas otras que respondieron a la llamada del anarquismo ibérico para luchar contra el fascismo en la zona republicana. Y a día de hoy sus testimonios, incluidos en libros y en todo lo que publicó en prensa, además de que fue locutora de radio en lengua inglesa para la CNT, son una fuente muy importante de la Revolución Social que vivió Cataluña en los primeros 10 meses de guerra, ya que ella presenció la mayor parte de éstos, así como la represión posterior que sufrieron cientos de militantes anarquistas que no estaban de a acuerdo con participar en el gobierno y posponer la revolución al fin de la guerra.
Ethel MacDonald se salvó gracias a su pasaporte británico, y lo aprovechó también para salvar personas perseguidas del antiestalinista POUM y la CNT, lo cual le valió el apodo de ‘La Pimpinela escarlata escocesa’. Hasta que por denunciar en la radio el asesinato en una comisaría valenciana de un antiguo camarada del Partido Laboralista Independiente, por entonces encuadrado en el POUM, fue detenida. Fue de las primeras personas en volver y contar todo, y por ello fue muy cuestionada hasta que otras personas inglesas fueron volviendo y corroborando la represión desatada dentro de la zona republicana. Y gracias a esto este documental pudo realizarse muchos años después de su muerte, evitando que cayera en el olvido de la historia. Muy recomendable.
Tales of the City (Historias de la ciudad) fue una referencial serie estrenada en 1993 y que narraba también diversas historias personales en San Francisco, y que en su día fue enormemente polémica al hablar abiertamente de sexualidad, homosexualidad e incluso llegando a mostrar algunos desnudos -algo completamente impugnado en la cultura de los EEUU-. A pesar de darle índices de audiencia históricos a la PBS (la televisión pública estadounidense), las quejas fruto del contenido de la serie hicieron que el gobierno la amenazara con recortarle los fondos federales, y por ello la PBS no renovó las siguientes temporadas (More Tales of the City 1998 y 2001), que acabaron recurriendo a la televisión privada, cuyo financiamiento consiguieron no sin problemas. En 2017 Netflix se haría cargo de la serie, en un contexto mucho más favorable a los derechos LGTBI que veinte años atrás, y comenzaría el rodaje de lo que por ahora es la última temporada de esta mítica serie.
Tales of San Francisco cuenta de hecho con tres personajes de sus anteriores temporadas, incluyendo a las mismas actrices. Una de ellas es de hecho Anna Madrigal -interpretada por la veterana Olimpia Dukakis, que falleció en mayo de 2021-, la matriarca de Barbary Lane, el edificio en una pequeña colina de San Francisco donde viven la comunidad que protagoniza las diversas temporadas. Pero hay un claro giro de guion: Anna Madrigal es una mujer trans, y para ello habrá una retrotracción a 1966, año en que ésta llega a la ciudad huyendo de su familia para poder vivir como una mujer, y allí hace amistad con las travestis callejeras que terminarán protagonizando una de las primeras revueltas transmaricabibollo de la historia: Los disturbios de la cafetería Compton’s.
La serie realiza una transición -nunca mejor dicho- excelente entre las temporadas previas y ésta nueva, actualizándose al contexto de la actualidad, por lo que en esta última temporada los temas protagonistas son la comunidad LGTBI -con un énfasis especial en las personas trans- y la gentrificación. La mayoría de los personajes de la temporada no son cisheterosexuales, y además buena parte coincide en un local de ambiente de la ciudad, y nos encontraremos con experiencias muy cercanas a la cotidianidad LGTBI: la bisexualidad, las transiciones de género en parejas, personas trans no heterosexuales, cómo interseccionan la edad, la clase, la salud y la raza… Y en una ciudad que a día de hoy es imposible vivir fruto de los excesivos precios, tras haber sido obligada gran parte de su población a vivir en otros puntos de la Bahía y comerse una hora o más de coche o transporte público en desplazamientos a sus trabajos, Anna Madrigal recibe un chantaje para traspasar Barbary Lane bajo la amenaza de revelar aspectos pasados turbios de su vida. Esto le genera una tremenda jaqueca a les protagonistas, puesto que se ven incapaces de vivir en San Francisco si no pueden vivir en dicha finca, y provoca tensiones en las parejas que viven y replantearse su existencia entre todo el mundo en general. Terminaremos viendo algo que parece una concentración queer para evitar un desahucio, aunque no queremos hacer muchos spoilers.
Nos ha gustado mucho cómo trata todos estos temas la serie, además de con un humor y un mimo que ya proviene de las temporadas anteriores. Las únicas objeciones que podemos tener a la serie, además de que hay en general una clara representación de la clase media y/o propietaria frente a la gran masa de personas LGTBI que viven con mucho menos nivel de vida del que aparece en la serie, es el capítulo en el que retratan 1966 en el barrio del Tenderloin, donde estaba Compton’s. La película recae en algo tan yanqui como es el individualizar procesos colectivos, y al hacerlo consigue dar una visión de la revuelta como algo espontáneo, sin un contexto previo y sin una autoorganización posterior, únicamente limitada a la visión de la protagonista, su contexto personal y la violencia ejercida por la policía. En la realidad, el año anterior se había creado en el barrio Vanguard, compuesto por chaperos y travestis que ejercían el trabajo sexual, que estaba organizando a las disidentes sexuales y de género, con la ayuda de una Iglesia metodista proLGTBI de la zona. Sus miembros, fruto de su trabajo de concienciación de la comunidad, comenzaron a sufrir expulsiones de la cafetería y prohibición de volver, llegando Vanguard a convocar un piquete en la puerta de la cafetería el 19 de julio. La tensión fue incrementando hasta que terminó de explotar el 16 de agosto, cuando intentaron echar a todas las travestis y pidieron ayuda a la policía, lo cual aparece retratado en la serie. Obviamente Vanguard participó en los disturbios, que fueron mucho más heavys de lo que aparece en la serie, y no recibieron únicamente las travestis, sino que se destrozó la cafetería y parte de la calle, incluyendo los cristales de un coche de policía. Y más interesante aún es lo que pasó después: la noche siguiente Vanguard convocó una concentración de protesta delante de la cafetería que aglutinó a gran parte de la comunidad queer de la zona, que acabó en disturbios y en volver a destrozar la cristalera de la cafetería, que entró en decadencia y terminaría cerrando pocos años después. Y Vanguard se incrementaría en militancia y llevaría a cabo varias acciones en los siguientes meses, en especial denunciando el maltrato y la corrupción del cuerpo de policía, que las acosaba, detenía y robaba. Que este proceso colectivo no haya salido en un producto cultural tan masivo que podía haber mostrado a la población LGTBI herramientas de lucha históricas tan claras, es cuanto menos triste.
Igualmente, y dicho todo esto, estamos ante un producto cultural excelente y muy digno de ver. Las otras temporadas no están nada mal -reconocimiento que no hemos visto todo, puesto que tenemos vida-, pero en esta última han hecho un ejercicio de actualización digno de aplauso, y de gran calidad política y social. Muy recomendable.
Dounia y Maimouna son dos amigas adolescentes de una banlieue parisina. Hartas del contexto de marginalidad y pobreza que les ha tocado vivir, con una educación pública que intenta reconducirlas hacia pertenecer a un sistema que va a seguir empobreciéndoles pese a cumplir todos los mantras de ascenso social que se le dictan en la escuela -y aquí hay una escena tremenda de cuestionamiento a la profesora que es brutalísima-, ellas quieren ser ricas y salir de ahí a cualquier precio. Y esto les termina llevando a asociarse con Rebecca, una traficante de drogas reconocida del barrio, pero que maneja unas cantidades de dinero cuanto menos interesantes.
Su asociación con Rebecca, como en la vida real, les generará infinidad de problemas de todo tipo: familiares, sociales, económicos, e incluso piques entre ellas. Y se mezclará todo ello con el racismo: prohibición de entrar en establecimientos únicamente por no ser blancas y encarnar el estereotipo de pobre de suburbio, sexualización del cuerpo de las mujeres racializadas, la negación a entrar en sus barrios de cuerpos de protección -no policiales, obviamente, ésos entran bien felices si les llaman- en casos de conflictos… Para mayor disputa y generación de un contexto alternativo al que poder agarrarse frente a las drogas, Dounia conoce a Djigui, un guardia de seguridad blanco del centro comercial donde roban que además se dedica al baile. Dounia tiene que elegir entre seguir a Djigui o el menudeo y las consecuencias que puede tener, mientras Maimouna se encuentra en la encrucijada de hacer caso a su familia, muy conservadora y devota musulmana, o seguir a su amiga y a sus propias ilusiones de abandonar la banlieue.
Como en la vida real, esta historia no puede acabar bien, pero por el camino nos encontramos una historia de los ghetos raciales parisinos donde la crítica a las drogas está más que presente, y que además protagonizan dos personajes femeninos, cosa nada habitual en el nutrido cine de esta temática social francesa. Muy recomendable.
Mirsa sobrevive en la ciudad de Skopje, actual Macedonia. Pero en tiempos previos a la guerra de los Balcanes, tenía un grupo de punk muy destacado en la nutrida escena yugoslava, compuesto por integrantes de lo que ahora son diversas ex-repúblicas yugoslavas: Macedonia, Serbia, Bosnia. Para rizar aún más el rizo, su camello es albanés, y a través de una ONG inserta en la zona con el fin de hacer un concierto con diversos estilos musicales balcánicos, le propone reunir a los componentes del grupo 17 años después de su disolución y actuar en Debar, una ciudad macedonia fronteriza con Albania, donde los albanos son el grupo étnico mayor, y los macedonios el más pequeño, después de turcos y gitanos.
La película es un recorrido tremendo a través de la escena punk y sus cercanías del conflicto político y cultural que han vivido Los Balcanes en las últimas décadas. El grupo deja de funcionar más o menos a la vez que comienza la guerra, y cada cual ha sobrevivido a ésta -y al punk, dicho sea de paso, pues uno de los integrantes casi muere adicto a la heroína- como ha podido, tanto al hambre como a los ejércitos propios y enemigos. El ambiente de extrema pobreza, supervivencia cotidiana, corrupción policial, malos tratos entre grupos culturales otrora unificados en un mismo estado, partidas mafiosas robando transeúntes por los campos, referencias al comunismo y al anarquismo como el opuesto el viejo régimen comunista y al nuevo capitalismo, el vínculo entre las hinchadas de fútbol, el neonazismo y las rivalidades culturales y muchas cuestiones más de la zona quedan muy bien reflejadas en el film. Sin olvidar el nivel de machismo y homofobia que hacen gala la mayoría de los personajes, que llega a niveles realmente derilantes.
Estamos ante una película muy interesante que nos transporta a un contexto nada habitual en la filmografía contracultural, en especial en el punk, que tiene un gran componente imperialista anglosajón y a menudo clasemediero. Y todo esto además lo gestionan con un humor bastante macabro y sucio. Muy recomendable.
Título original: Gay USA
Dirección: Arthur J. Bressan Jr. Fotografía: Robert Elfstrom, Frank Simon, Kenneth Van Sickle, Joseph Zysman Productora: Blossom Studios, Diana Press, Image Works, Leo Diner Films, San Francisco Sentinel. País: Estados Unidos Año: 1977 Duración: 78min.
En 1977 el Orgullo de San Francisco había llegado a unos niveles de magnitud y de importancia política y social en la ciudad que el joven director Arthur J. Bressan Jr. , con unos pocos cortometrajes a sus espaldas, se lanzó con 25 camarógrafos equipados varios de ellos con material de grabación de audio a cubrir la gigantesca manifestación gay -como se llamaba entonces, cuando el término aún abarcaba a tod la comunidad y no únicamente a los hombres homosexuales- que recorrió San Francisco dicho año.
Podemos ver personas de todas las edades y de buena parte del espectro LGTBI, incluyendo también personas heterosexuales, hablando sobre sus opiniones en torno a la celebración de la manifestación. Encontramos opiniones políticas respecto a la comunidad local disidente sexual, qué influencia está teniendo en la ciudad, la hegemonía masculina, la cuestión racial -veremos grupos de todo tipo rodados, incluyendo varios de personas gays racializadas llevando pancarta-, primeros comentarios de lesbianas que consideran que las personas trans se ríen de la mujer… Y también mucha genealogía, gracias a las entrevistas a personas más mayores, que hablan del pasado homosexual de la ciudad y de cómo lo vivieron, comparándolo con el contexto actual.
Título original: The Queen
Dirección: Frank Simon Fotografía: Robert Elfstrom, Frank Simon, Kenneth Van Sickle, Joseph Zysman Productora: MDH, Si Litvinoff Film Production, Vineyard País: Estados Unidos Año: 1968 Duración: 68min.
Este anómalo documental para la época nos transporta al concurso drag queen de Miss America de 1967. Nos permite entrar dentro de la organización interna del concurso, poder ver cómo se realiza, y nos acerca a las vidas de las competidoras. Decenas de concursantes de diversos puntos de la geografía de los EEUU confluyen en un hotel de la ciudad de Nueva York donde compinen por dicho premio ante un jurado compuesto por diversas personas del mundo del arte de la ciudad, entre las cuales están, por cierto, el cineasta Andy Warhol, el novelista George Plimpton y el guionista Terry Southern. Podemos ver disputas que tienen entre elles, la participación tanto de gays que el resto del año viven su vida más bien como “hombres” por llamarlo de alguna manera, como de identidades trans femeninas, cómo viven el estar fuera del armario y en espacios públicos, su relación con la familia, etc. Y veremos el propio festival, su desarrollo y el contexto inmediatamente posterior a la coronación.
En su momento la película tuvo críticas positivas en EEUU, y aunque llegó a Europa y se emitió en varios países, la cancelación del Festival de Cannes, donde se pasó, fruto de los acontecimientos revolucionarios conocidos como el Mayo del 68, le restaron eco en el continente, pero gracias a su conservación, digitalización en 2013 y posterior remasterización en 2019, a día de hoy ha tenido una merecida fama y mayor visionado fruto del enorme interés público que han ganado las identidades trans y la historia de la comunidad LGTBI en su conjunto. Vemos compitiendo, además, a figuras que en los siguientes años adquirieron una relevancia história y destacadísima en la comunidad, como Pepper LaBeija de la Casa LaBeija -que participa también en el documental Paris is burning (Jennie Livingston, 1990), bastantes años más tarde-, la fundadora de dicha casa Crystal LaBeija, o Rachel Harlow, actriz posterior en varias películas. Crystal protagoniza un momento icónico de la historia drag en este film, reproducido posteriormente por diversos productos culturales: a pesar de acabar entre las cinco finalistas, no es quien se lleva finalmente el premio, y achaca esto al racismo de que todas deben parecer blancas, incluidas las que no lo son, porque los cánones de belleza se construyen en relación a la gente blanca.
Mia sobrevive en un barrio pobre de Inglaterra, con el sueño de dedicarse a bailar breakdance, mientras su entorno social no puede ser más frustrante. No se siente bien en la escuela, su madre no se encarga de ella y se quiere deshacer de ella enviándola a un centro educativo cerrado, y además se siente frustrada con el nuevo novio de su madre, que sustituye a su padre muerto.
Machistadas varias, pobreza generalizada, estigmatización de las mujeres por querer llevar sus propias vidas, infravaloración de las decisiones de una menor, y muchísimo sentimiento de indefensión son protagonistas de este film. A menudo ve en hombres la posibilidad de salir y escapar de su duro contexto, pero esto no le acaba saliendo bien, y está a la espera de tener un pase para poder mostrar sus habilidades de baile y conseguir un trabajo, aunque nunca sabe si llegará a conseguirlo. Mia consigue sobrellevar todo esto en la medida de lo posible, reaccionando a menudo de manera impulsiva y nada pensada, superada y enfadada con los acontecimientos. Pero ante todo, es una película que acaba más bien que mal, que da esperanza de que no todo está perdido.
Un coche intenta atravesar el desierto del estado de Sorona (México) en 1931. A raíz del crack del 29, EEUU ha cerrado la frontera con México y comienza a deportar de vuelta a trabajadores mexicanos que llevan años allí. En México, también afectado por la crisis, se comienza a usar a la nutrida migración china como chivo expiatorio de todos los problemas que asolan al país, y grupos parapoliciales de extrema derecha comienzan a maltratarlos y a darles caza. Es el año 21 del proceso revolucionario surgido tras la caída del dictador Porfirio Díaz en 1910, la Revolución Mexicana aún no ha terminado de acabar, pero en muchísimas cuestiones está más que asentada, y quienes han quedado dentro del poder y de los cargos funcionariales se van tornando una élite que es cualquier cosa menos revolucionaria.
Una huérfana, un líder de extrema derecha, una católica conservadora nostálgica del Porfiriato y un comisario excombatiente del Ejército de Pancho Villa se dirigen a la frontera junto con el matrimonio que conduce. Por el camino hacia la frontera con los EEUU, se van encontrado con diversos personajes que también están intentando cruzar la frontera de manera clandestina: indígenas empobrecidos, un matrimonio mestizo chino-mexicano que huye del racismo, unos contrabandistas perseguidos, cadáveres de gente que ha intentado lo mismo que ellos… Y los conflictos no tardan en surgir, metiendo en un mismo coche a gente tan dispar y que en muchos casos no sabe mirar más allá de su ombligo.
La película nos hace un buen prisma del arco político y social del momento, introduciendo personajes que representan realidades de grupos de entonces. Desde capitalistas sin escrúpulos que sólo miran por su interés en detrimento del resto, a personajes que tienen arraigado el comunitarismo y no pueden sino proponer colaborar todo el mundo para sobrevivir. Sin olvida al comisario otrora revolucionaria, cuyas acciones evidencian una dura realidad que vivió el México de entonces y que aún continúa bien presente: la del apoltronamiento de los revolucionarios de inicios de siglo, que pasaron a ser una clase parasitaria, opresora y violenta hacia el resto del pueblo, y que es la manera en que se comporta todo el tiempo el comisario. Tampoco falta la crítica a la religión católica, encarnada en la señora Rosario, arrepentida durante todo el viaje por las horribles acciones que su moral católica le han conducido a hacer y que la obligan ahora a viajar de ilegal a México. Y finalmente el fascista, que pasa de leer y citar a Hitler a ser salvdo en varias ocasiones por un grupo de personas a las que odia por su raza, lo cual sin duda va alterando su pensamiento.
Incluso la película trata el tema de la migración señalando en diversos momentos que había infinidad de robos previos que han llevado a gran parte de la gente que cruza la frontera a ello: el robo del estado mexicano de las tierras indígenas, que condena al trabajo explotado y al alcoholismo a gran parte de sus integrantes, incluyendo un personaje destacado del film; el robo de EEUU a México de Arizona y otros territorios indígenas otrora colonizados por el Imperio Español; y finalmente el robo del territorio indígena de infinidad de tribus en lo que la historiografía estadounidense llama “La Conquista del Oeste”. Queda bastante bien explicado en el film que es imposible que haya pueblos más legítimos que otros para ejercer poder sobre sus prójimos, puesto que en la zona donde transcurre la película ha habido un expolio a varios niveles que como causa definitiva ha supuesto la destrucción de modos de vida y el empobrecimiento de varios personajes de la película junto con sus comunidades enteras.
Una valiosísima enseñanza que nos deja esta película es que, frente a situaciones peligrosas y arriesgadas, donde la vida peligra a causa de un contexto hostil a la supervivencia como es un desierto enorme, calurosos y carente de agua y comida, el apoyo mutuo y la colaboración colectiva es esencial para la supervivencia. Es más que visible en el largometraje que las ansias personales y los miedos individualistas llevan a las protagonistas a situaciones al borde de la muerte, que de haber colaborado todo el mundo en todo momento se hubieran evitado. Y esto hace que la película no nos dé un mensaje únicamente antirracista, decolonial y promigratorio, sino que interpela directamente a la crisis climática que amenaza la vida en el planeta con condiciones en muchas situaciones no muy lejanas a las que se viven en el film. La colaboración colectiva, las enseñanzas tradicionales sobre la tierra y el enterrar dinámicas de salvación individual pisando a la persona de al lado o discriminar a otras personas por su origen o color de piel son pautas básicas para que el bienestar general sea mayor y los futuros adversos se puedan enfrentar de la mejor manera posible.
Esta coproducción que tiene como director a un referente dela nueva ola yugoslava es quizás una de las películas más controvertidas de los años setenta, que recibió boicots y prohibiciones a ambos lados del telón de acero. La razón es lo explícita y gore que es en diversas escenas, en las que se combina sangre extrementos humanos, sexo poco convencional y situaciones mayormente embarazosas para el público.
Nos encontramos con dos historias paralelas: la de Miss Mundo 1984 -evidente referencia al libro de George Orwell-, que es forzada a casarse con un rico excéntrico y repugnante que la quiere someter a vejaciones insoportables, por lo que decide huir y emprender un viaje por el que pasa por una serie de situaciones rocambolescas por varios lugares del planeta, cada una más turbia que el anterior; y la de Anna, la ‘Capitana Planeta’, que pasea con un barco con la cara de Marx en la proa, y que así conoce a un marinero vestido por el uniforme del acorazado Potemkin, el famoso barco que en 1905 se sublevó contra el zar en la revolución que antecedió al colapso definitivo del régimen zarista. Juntas tienen un apasionado romance y cantan Bandera Rossa, La Internacional y otras referencias marxistas, antes de que la historia termine de manera muy gore.
Una historia atañe al mundo capitalista, lleno de excesos, individualidad atomizante, complicada existencia, machismo por doquier y problemas permanentes; la otra, la del socialismo real, encarnado en un barco lleno de niñes -en referencia a la narrativa oficial de que el capitalismo era el mundo viejo y el socialismo el neonato- y golosinas donde la apariencia es liberadora, pero en el interior ocurren atrocidades en beneficio de su capitana, clara alegoría de las jerarquías burocráticas “comunista”.
La película es un descenso a los bajos fondos de la mente colectiva, pero dentro de una cosmogonía marxista y anticapitalista. Sus temáticas, su forma de abordarlas, su estilo cinematográfico y su poco convencional narrativa la conviertieron casi en el acto en una película de culto y en una película odiada, criticada tanto por capitalistas como comunistas, incluyendo secretarios de Partidos Comunistas de países capitalistas. No obstante, a pesar de su clara crítica tanto al “Primer” como al “Segundo” mundo, la película finaliza con una escena en el barco que nos termina dando una esperanza: la libertad no puede matarse, y aún no está todo perdido. Desde este blog sin duda la recomendamos, aunque hay escenas que pueden herrir la sensibilidad de gran parte del público. No obstante, nos parece una pieza tremenda y merecedora de una entrada en este blog.
Estamos ante un capítulo poco conocido y nada glamuroso de la historia de la Segunda Guerra Mundial: el III Reich creyó durante años que el Segundo Frente y la necesaria invasión marítima para crearlo se abriría por la costa oeste danesa, por lo que situaron en ella aproximadamente 1400000 minas antipersonales y antitanque a lo largo de todas las playas. Entre 1945 y 1947 unos 2000 prisioneros del ejército alemán fueron los encargados de quitar la gran mayoría de ellas, con un claro coste humano fruto de que a cerca de la mitad les explotaron y les mataron o dejaron gravemente heridas.
Pero el ejército que quitó las minas no era del todo el que las puso: el III Reich, ante sus enormes pérdidas humanas, desde finales de 1944 implantó levas obligatorias entre adolescentes, principalmente integrantes de las Juventudes Hitlerianas. Por ello, gran parte de sus desactivadores y víctimas finales de las minas eran estos niños y adolescentes.
Desde este punto parte la película: el protagonismo del film se lo disputan entre el sargento danés al mando del grupo de prisioneros alemanes y uno de los prisioneros, que toma la voz cantante respecto al resto en su relación con el sargento. Este grupo, inicialmente de 12, es enviado a retirar 45000 minas en tres meses a cambio de volver a Alemania. Pero obviamente las cosas no saldrán demasiado bien, juntándose traumas, falta de recursos, hambre y maltratos psicológicos, físicos e incluso sexuales a los que les someten el ejército danés y el ejército británico de la región.
La película nos habla de las consecuencias que dejan las guerras después de librarse, y en estos meses ya hemos podido escuchar al respecto sobre, por ejemplo, los peligros que encierran para la población postbélica el lanzamiento de las bombas de racimo que recientemente recibió Ucrania. Aquí tenemos un precedente histórico bastante claro y no muy alejado del actual frente de guerra europeo. También nos habla de humanidad, de los lazos sentimentales que terminan saliendo entre soldados de diferentes bandos, a pesar del recelo extremo que vemos ya en la propia introducción de la película.
En cualquier caso, el III Reich plantó tantas minas que en 1947 todavía quedaron, si bien en zonas geográficamente más marginales. Las últimas minas no se extrajeron hasta el año 2012, setenta años después de que se plantaran.
Y respecto a la película, muy entretenida y muy recomendable.