Modelo 77

Título original: Modelo 77
Dirección: Alberto Rodríguez
Guion: R
afael Cobos, Alberto Rodríguez
Música: Julio de la Rosa
Fotografía: Álex Catalán
Reparto: Miguel Herrán, Javier Gutiérrez, Jesús Carroza, Fernando Tejero, Xavi Sáez, Catalina Sopelana, Polo Camino, Alfonso Lara, Javier Lago, Iñigo Aranburu, Iñigo de la Iglesia, Víctor Castilla, Javier Beltrán
Productora: A
típica Films, Movistar Plus+
País: Reino de España
Año: 2022
Duración: 125 min.

Manuel entra en la Cárcel Modelo de Barcelona a inicios de 1976, a raíz de un atraco fallido. Allí se encuentra un clima sedicioso: es el inicio de la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL), que durante 2-3 años pondrá en jaque a las autoridades penitenciarias post-franquistas, cuyos malos tratos y torturas sistemáticas estaban a la orden del día, como se aprecia en la película. Así aparecen varios eventos importantes de la COPEL en la película, como los primeros motines, el reparto de panfletos elaborados de manera artesanal, el motin del 18 de julio de 1977 en todo el estado que dejó las míticas imágenes de los presos en los tejados, la dispersión de los presos más combativos de COPEL al Penal del Dueso, y la caída de la COPEL en mitad de infinitas disensiones internas estratégicas y el auge de la heroína dentro del talego.

Aunque la línea temporal del cine está relativamente bien plasmada en relación a los hechos históricos, la película posee una cantidad tremenda de errores históricos que francamente no eran necesarios por cuestiones de guion, y contiene vacíos temporales importantes que podían haber sido sencillamente solventados por una o dos cortas conversaciones entre el prota y otro preso. Cuestiones que nos ha dado la impresión que además hacen que la película sea complicada de entender para alguien que no ha conocido la historia de la COPEL, o que al menos terminaría de ver la película sin comprender bien la sucesión de hechos y gran parte del contexto de lucha.

Para empezar, en la película parece que la lucha en el talego comienza con la COPEL y antes simplemente torturaban a la gente y ya está, pero lo cierto es que en octubre de 1975, aún vivo el cabronazo de Franco, tiene lugar un fuerte motín en la Cárcel Modelo de Barcelona que hace temblar al aparato penitenciario. Por otro lado, la presencia en los primeros momentos de la COPEL de presos encarcelados por cuestiones políticas, como los integrantes de CNT que aparecen, es errónea: la influencia precisamente de anarquistas a presos “comunes” que iniciaron la COPEL fue esencial, pero los presos políticos no estaban en la COPEL, entre otras razones porque ya tenían grupos de apoyo fuera de la cárcel que les apoyaban. Además, en la película parece que se benefician de la amnistía parcial de 1976, pero lo cierto es que en esta amnistía anarquistas, marxistas a la izquierda del PCE o independentistas miembros de grupos armados no se beneficiaron, esperando a su salida hasta la ley de amnistía de julio de 1977.

Por otra parte, la composición de la COPEL está un poco demasiado estereotipada y dramatizada: sí es verdad que el grueso de presos que la compuso está bien representado, pero en los motines de 1977 también participaron presos políticos de esa izquierda radical aún no amnistiada. La presencia de homosexuales en la COPEL fue anecdótica, puesto que la mayoría estaban presos bajo la Ley de Peligrosidad Social: depende del comportamiento del reo un juez determinaba o no la excarcelación, así que difícilmente homosexuales encarcelados como tal tuvieron un papel tan determinante en la COPEL como nos insinúa el film. Y la forma de funcionar era más asamblearia y menos por aclamación, como a veces parece verse en la película: por ejemplo, las negociaciones con instituciones penitenciarias y jerarquías carcelarias eran entre el aparato posfranquista y más de uno o dos presos, como se insinúa en la película.

Mención especial requiere la conversación entre el director general de Instituciones Penitenciarias, el recién nombrado Carlos García Valdés, y Manuel, que cumple el estereotipo de líder de la COPEL que la prensa le atribuyó en su día a uno de los presos que negoció con él, Daniel Pont. Afortunadamente Pont es uno de los pocos presos de la COPEL que aún vive, y reiteradamente ha declarado que esa negociación se hizo todo lo horizontal que se pudo, yendo como delegados y no representantes de la COPEL con autonomía para decidir por ellos mismos, y que fueron cuatro personas, no él sólo, aunque luego la prensa lo fotografiaba sólo a él con García Valdés. Se omite el asesinato semanas antes del antecesor de García Valdés, Jesús Haddad Blanco, a manos de los GRAPO, en represalia por el asesinato en la cárcel de Carabanchel del militante anarquista Agustín Rueda, torturado hasta la muerte tras haberse encontrado un túnel para fugarse en la prisión. García Valdés llegó con miedo a encontrar el mismo destino que su antecesor, muy dialogante y con muy buena voluntad, pero pronto los presos vieron que todo era fachada: no sólo no cumplió ninguna de sus promesas, sino que usó varias fugas como excusa para romper la negociación y someter a los presos de nuevo a condiciones de tortura espacial, malos tratos, aislamiento, etc.

García Valdés aparece en la película como un simple funcionario benevolente que quiere ayudar pero no sabe cómo hacerlo. La realidad fue bastante diferente: junto a la vuelta a los palos franquistas llegó la entrada masiva de heroína, prolegúmeno de lo que luego ocurriría en Barcelona, Euskal Herria y prácticamente todo el reino para desmontar las fuertes luchas surgidas en el tardofranquismo y en el posfranquismo (pongamos por ejemplo 1972-1978). La heroína deterioró mortalmente las relaciones entre los presos, y por ende las de la COPEL entre ella misma y con los demás presos. El ex-director de instituciones penitenciarias siempre lo ha negado, pero muchos testimonios apuntan a que fue una orden de arriba, ya que la heroína comenzó a pasar con la tolerancia de los carceleros e incluso de la mano de los propios carceleros. Todo esto aparece en la película en una escena bastante corta e impactante, puesto que comporta el asesinato de un personaje del film que se hace querer. Pero no se profundiza en lo esencial que fue la entrada de heroína masiva para entender el fin de la COPEL. Asesinatos como el que vemos en la película se multiplicaron por culpa de la heroína. Por todo lo aquí expuesto, los GRAPO intentaron repetir con García Valdés lo mismo que habían hecho con su antecesor, pero desgraciadamente la metralleta del comando ejecutor se encasquilló cuando tenían en la mira al verdugo de la COPEL y no pudieron materializar el atentado. Esto último también queda omitido en el film.

Por último, en la película parece que la COPEL, como experiencia colectiva, fracasa y lo que quedan son las salidas individuales, una narrativa bien presente en el cine de nuestra época, y muy acorde a las ideas neoliberales. Lo que ocurrió realmente, como se puede suponer a lo largo de esta “sinopsis”, fue que hubo intentos de fuga antes, durante y después de la COPEL, pero en especial la toma de módulos enteros y el clima de lucha que militarizó las prisiones y creó pavor a los carceleros a aparecer por ciertas zonas del presidio ayudó a la preparación de las casi 80 fugas que se dieron en estos años, que consiguieron dar libertad, al menos momentáneamente, a cerca de 200 personas. No fue “acaba la COPEL, ya no esperanza, luego fuguémonos”, como parece decir la película.

Y como post scriptum de las críticas, nos ha rayado mucho cómo todos los presos y carceleros tienen nombres castellanos, y el único nombre catalán de todo el film es el del abogado de la COPEL, de quien se insinúa que se aprovecha de la situación para llenar su monedero -claro, como todo buen catalán-. También había catalanes dentro de los muros de la Modelo, como es obvio, y no venían de familia acomodada precisamente. El comité jurídico de la COPEL sufrió persecución policial, represión y se comieron mil movidas, pero es que además en algunos casos fueron quienes estuvieron en la arena política promoviendo la amnistía y luego el indulto, como el nacionalista vasco José María Bandrés. Catalanes tan catalanes como el independentista Lluís Maria Xirinacs, otro senador promotor del indulto, se tiraba días y días en la fachada de la cárcel Modelo haciendo huelgas de hambre para visibilizar la situación de los presos y la necesidad de su excarcelación. Así que, por favor, bastante estereotipos catalanes basados sobre incongruencias históricas y burdas mentiras sociales.

No obstante, hay buenas razones para incluir esta película en este blog, aunque escrito todo esto no podría parecerlo: tiene el mérito de hablar de la COPEL y situando a los presos como protagonistas, cosa que no hace todo el mundo. Además, nos coloca al funcionariado de prisiones y a las autoridades carcelarias de la Transición como lo que fueron: torturadores, devotos franquistas, mentirosos que incumplían cualquier promesa, represores, sádicos que disfrutaban su trabajo, y además queda bastante claro que esa supuesta Transición a la democracia en las prisiones no se dio, así como en gran parte del aparato político español. Y esto, en el contexto que nos toca vivir es muy valioso y hay que reconocerlo. Nos hubiera gustado una película más rigurosa, pero el resultado no es malo del todo, por eso, y dicho todo lo que hemos dicho para que se tenga en cuenta, la recomendamos.

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