Título original: Five Came Back
Dirección: Laurent Bouzereau
Guión: Mark Harris
Música: Jeremy Turner
Fotografía: Sean Kirby
Productora: Amblin Television, Scott Rudin Productions, IACF, Passion Pictures, Rock Paper Scissors Entertainment.
País: Estados Unidos
Año: 2017
Duración: 180 min.
Aunque es un documental más bien mainstream, lo que nos ha gustado y ha generado que este documental esté en este blog es su honestidad a la hora de tratar multitud de temas escabrosos de la política estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. En términos generales, podemos decir que la industria cinematográfica se puso al servicio del gobierno de EEUU en materia bélica, apoyando de manera publicitaria, técnica e incluso con personal al ejército, a los bonos de guerra y a la propaganda bélica. Pero el documental no sólo se queda en eso, y trata temas bastante interesantes, como el colaboracionismo inicial que hubo entre algunos estudios con el III Reich, ya fuera para evitar que se prohibieran las películas en la Alemania Nazi o por compartir ideas -este último punto habrían tenido que desarrollarlo más-. Lo cual generó que hasta 1940 las películas antinazis eran escasísimas, lo cual no puede decirse de las películas anticomunistas que llevaban proyectándose macachonamente en las dos décadas previas.
También se abordan temazos de la Segunda Guerra Mundial que a día de hoy siguen siendo esclavos: cómo hizo el cine para conseguir que muchas mujeres se pusieran a trabajar en la industria sin perder su feminidad, o los estereotipos racistas que se inocularon a la sociedad desde la gran pantalla que contribuyeron en gran parte a ataques, asesinatos y finalmente reclusión en campos de concentración de las decenas de miles de personas que vivían en EEUU de origen japonés, principalmente en California, estado que, por ser el más cercano a Japón, se consideraba el más vulnerable a ataques del Imperio del Sol Naciente. O la forma de representar al resto de nacionalidades que luchaban en Europa contra el fascismo: habitualmente políticamente descafeinada, sin citar los combatientes comunistas sobre todo en el caso de las que hablaban de Rusia, optando por folclorizar la sociedad y omitir el régimen político vigente. O hacerlo exaltando la autocracia estalinista como un régimen de orden, omitiendo el carácter revolucionario del marxismo. Llegaron a hacer una película sobre los chetniks: esto en el documental no lo profundizan, pero los chetniks eran monárquicos yugoslavos que combatían a los partisanos comunistas recibiendo armas y apoyo de los nazis. Mientras, el rey de Yugoslavia estaba en Londres convenciendo a los Aliados que ellos eran los que plantaban cara al III Reich en la región, recibiendo dinero, armas y respaldo social en los países aún libres de la ocupación alemana.
Y otro punto que mola bastante del documental es que habla abiertamente de la censura: películas que mostraban líneas que el gobierno de los EEUU no quería mostrar sufrían propuestas de recortes o de directamente no ser exhibidas. Por ejemplo, grabaciones de soldados estadounidenses muertos, heridos o mutilados. Según el documental, por las presiones de oficiales de altísimo rango del ejército, estas películas finalmente llegaron a exhibirse. Todas -según el documental, repetimos. En este blog hay dudas de que sea así- salvo una, Que se haga la luz (John Huston, 1945), que narra las terapias a soldados traumatizados por su paso por el frente. El gobierno la censuró durante 30 años porque mostraba a los soldados lejos del estereotipo que los mandamases de los United States of America promovían dentro y fuera de sus fronteras: el de soldados invencibles. Y porque, y eso lo añadimos desde acá, sabían perfectamente que el enfrentamiento con el Bloque Soviético era inminente, y habría más guerras por el control del mundo. Exhibir las consecuencias del paso por una guerra podría desalentar a voluntarios a luchar por EEUU en regiones alejadas de la mano de Dios, como ocurrió en las siguientes décadas.
En resumen, sacrificio cristiano, patriotismo rancio, estitización del enemigo y heroísmo nato fueron los valores que Hollywood inoculó en términos generales a la población yanqui para que apoyaran económica y socialmente la guerra. Y es que desde este blog consideramos que la lucha contra el Eje estaba más que justificada, pero no podemos obviar que el Ejército de los EEUU cometió atrocidades y crímenes de guerra durante la guerra mundial jamás juzgados, y que la perpetuación de estos valores a nivel cinemográfico consiguió que estos hechos fueran justificados por la sociedad. Hablamos de desertores fusilados, de mujeres civiles violadas por oficiales de alto rango, de ciudades alemanas y japonesas arrasadas por bombas incendiarias, o de las bombas atómicas sobre Horishima y Nagashaki, sobre las que Hollywood rodó un documental justificándolas. El 85 % de la población estadounidense, según una encuesta de la época, justificó el bombardeo con el fin de que evitara que se prolongara la guerra, murieran más estadounidense y se gastara más dinero, esfuerzo y energía en la industria bélica. Con este dato, no hay más que añadir.
Eso sí, el documental, recomendable cuanto menos. Reseña películas que merecen la pena ver. Con la descripción que da de ellas, sabréis a cuáles nos referiremos -bueno, y algunas de hecho están en este blog-.