La trinchera infinita

https://pics.filmaffinity.com/la_trinchera_infinita-366576124-large.jpgTítulo original: La trinchera infinita
Dirección: Jon Garaño, Aitor Arregi, José Mari Goenaga
Guión: Luiso Berdejo, José Mari Goenaga
Música: Pascal Gaigne
Fotografía:
Javier Agirre Erauso
Reparto: Antonio de la Torre, Belén Cuesta, Vicente Vergara, José Manuel Poga, Emilio Palacios, José María del Castillo, Carlos Bernardino, Adrián Fernández, Nacho Fortes, Marco Cáceres, Joaquín Gómez, Esperanza Guardado, Óscar Corrales, Enrique Asenjo, Estefanía Rueda
Productora:
Co-production España-Francia; La Claqueta PC, Manny Films, Irusoin, Moriarti Produkzioak
País: Reino de España
Año: 2019
Duración: 147 min.

Higinio sobrevive a los primeros días del golpe de Estado de junio de 1936 refugiándose en un zulo que hay debajo de la cocina de su casa. Viven en un pueblo interior de Málaga, es concejal republicano y los primeros minutos del largometraje inducen a les espectadores a que ha habido quemas de iglesias y algún derechista asesinado durante la II República. Ahora toca la revancha: el resto de concejales van siendo arrestados y fusilados, o directamente asesinados durante la captura. Y él sigue escondido en su casa, van pasando los meses, los años…

El libro Los topos, de Jesús Torbado y Manuel Leguineche, publicado en la Transición, fue una chocante revelación tras la amnesia del posfranquismo. Narra historias de gente escondida en su casa de las autoridades franquista durante cinco, diez, quince años… narra la multitud de casos de gente que apareció tras la amnistía de abril de 1969 -o sea, gente que llevaba entre 30 y 27 años- y termina con el caso del alcalde de Alpedrete, que tiene el récord: escondido desde 1939 y desconfiando de que la amnistía fuera real, no salió de su escondrijo hasta las elecciones de junio de 1977. En una época en la que una historia tan traumática parece olvidarse, una película como ésta parece muy necesaria.

A parte de contar la historia muy bien, con un buen guión, una ambientación acertada, un maquillaje impecable y una contextualización permanente bastante lograda, la película tiene el mérito de salirse un poco de un esquema habitual que vemos en las películas de la guerra civil: no hay ni más buenos ni más malos, todos hicieron cosas mal, la guerra civil fue fatal y hay que reconciliarse. En esta película no es así. No se oculta que desde bando republicano hubo represión -un hecho históricamente comprobable-, pero sí se comprueba, y se comenta directamente, que la represión por parte de los vencedores de la guerra es completamente desproporcionada a la que recibieron bajo el régimen republicano. En esta película no hay reconciliación. Quien es gentuza en los años treinta, lo sigue siendo décadas después. Cambia la sociedad, nace otra generación durante la horquilla cronológica de la película, y eso lo deja reflejado la película. Pero el protagonista es superviviente de la represión franquista hasta el último momento de la película, y su vecino facha sigue siendo un cabronazo hasta la última secuencia del film. Una narrativa más realista y verídica que otras que nos intentan imponer desde el cine español.

Sí que hay un apunte que queremos citar respecto a la película que peca de irregularidad histórica. Se habla de derechistas asesinados, o se insinúa. Pero no se dice por qué. Quizás se consideró en el guión que no hacía falta, o que qué más daba. En este blog consideramos que sí sería importante. Porque un caso de un derechsita asesinado en un pueblo andaluz en la época republicana se trata casi con total probabilidad de un asunto relacionado con la propiedad de la tierra y de la reforma agraria. La derecha bajo la República se opuso firmemente al reparto de tierras, en un contexto político y económico en el que el campesinado andaluz vivía en condiciones deplorables y sometido al chantaje permanente de caciques y terratenientes. Incluso un grupo de terratenientes, unos cuantos de origen andaluz, formaron en 1932 el Partido Agrario, vinculado a la ultraderecha, y partícipe del golpe de estado de 1936. Esto generó infinidad de problemas, problemas generados de la negación de la clase terrateniente de perder un ápice de terreno en favor del campesinado. Hubiera sido justicia histórica cuanto menos que este tema hubiera sido mínimamente mencionado en la película.

E igual es rizar el rizo, pero la verdad es que la mayor parte de la gente que fue asesinada por las autoridades en el mundo rural durante la República no fueron derechistas, fueron campesinos y campesinas pobres que luchaban por conflictos labores de la zona que la República, ya fuera por ineptitud de sus gobernantes o por boicot de sus opositores, no terminaba de resolver.

Por lo demás, una película muy buena y muy recomendable.

No podemos evitar mencionar la tremenda escena que hay en la que un personaje marica se pregunta en qué le beneficiaría la derrota del fascismo en la guerra mundial y la restauración de la República. Muy grande, de veras.

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