Título original: Lilja 4-ever
Dirección: Lukas Moodysson
Guion: Lukas Moodysson
Música: Nathan Larson
Fotografía: Ulf Brantas
Reparto: Oksana Akinshina, Artiom Bogucharskij, Pavel Ponomarev, Elina Beninson, Ljubov Agapova
Productora: Coproducción Suecia-Dinamarca; Memfis Film
País: Suecia
Año: 2002
Duración: 109 min.
Nos ha provocado meditar detenidamente si recomendar esta película en este blog o no. Y finalmente la incluimos señalando varios puntos, con cierto recelo y principalmente porque el cine de Lukas Moodysson nos gusta bastante en general.
Lilja es una joven de un territorio indeterminado que en su día perteneció a la URSS. La caída de este régimen en 1991 supuso la entrada de toda su población dentro de un capitalismo despiadado y carente de escrúpulos. Durante los años noventa fueron miles y miles las personas que dentro de Rusia y sus ex-repúblicas murieron de frío, de hambre o de asesinatos provocados por la pobreza. El consumo de drogas -legales y no- se disparó junto con el desempleo y la falta de vivienda, ambos elementos que por lo menos la Unión Soviética, sin ser el paraíso obrero que vendía al exterior, estaban cubiertos. Las salidas de la población para sobrevivir a estos años fueron dispares, desde vender los muebles a entrar en el crimen organizado, hasta que ya entrado el siglo XXI la situación económica se estabilizó un poco.
Y la vida de Lilja es una de esas vidas condenadas en la pobreza en una de esas grandes barriadas típicas de la ex-URSS. Su madre la deja sola con 16 años, sin dinero, sin nadie que la cuide. Su tía la mete en una casa de un vecino de una amiga suya, recientemente fallecido, como fue moneda común en estos años -hubo de hecho quien asesinó gente para vivir en sus casas o incluso venderlas-. Sin manera de subsistencia, ve una salida en el trabajo sexual.
La película expone una realidad que ocurrió a muchísimas adolescentes en estos años, como fue la trata y la prostitución forzosa por parte de proxenetas. Y lo hace desde uno de los países donde esta trata se desarrollaba, como fue Suecia, tan próxima a esta zona del planeta. Pero la expone de una manera muy paternalista y desagradable, en la que Lilja carece de agencia completamente, es una ingenua estúpida sometida a todo tipo de designios vitales horribles sin que se venga venir los golpes. Y el final es muy triste. No nos gustan las películas en las que personas oprimidas acaban tan mal, puesto que genera un marco mental en el que la opresión se perpetúa y no se termina de solucionar nunca, y la historia reciente nos demuestra que los países occidentales tienen multitud de habitantes que carecen de escrúpulos a la hora de contratar para servicios sexuales a personas obligadas a ejercer la prostitución -incluso son capaces de viajar al otro lado del planeta para contratarla en países donde hay mayor permisividad-, así que películas que sirvan para apiadarse de las pobres víctimas de trata tampoco tienen mucho sentido dentro de este marco. Además, el viciado debate en torno al trabajo sexual que ha insertado el autodenominado “feminismo abolicionista” -es decir, mujeres generalmente blancas y con privilegios de clase que odian a las putas- al exagerar el número real de personas sometidas a redes de trata y al intentar equiparar toda prostitución a violación y falta de elección, genera que las personas que apoyamos el trabajo sexual como un trabajo como los demás no seamos capaces de denunciar la trata con el mismo ahínco porque tenemos que derivar nuestras energías en recordar que trata no es sinónimo de trabajo sexual. Por ello visibilizar un producto audiovisual como éste nos genera contradicciones.
No obstante, cuando Lilja comienza a ejercer trabajo sexual en el film la vemos mejorando su calidad de vida, pudiendo comer con dignidad, e incluso invitar a comida a gente que también está muy mal económicamente, esto se ve perfectamente en la película. Pero, por desgracia, su historia obedece a otras historias reales, y otro punto en favor de la película es el tratar las pésimas condiciones materiales en las que se vio sumida la población de la antigua URSS y que el contexto la empujó, a ciegas o imaginándose parte, a redes mafiosas que comerciaron con ellas bajo un régimen de total sometimiento.
https://www.youtube.com/watch?v=h2vV4E6JSdE
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