Título original: La vie et rien d’autre
Dirección: Bertrand Tavernier
Guion: Jean Cosmos, Bertrand Tavernier
Música: Oswald D’Andrea
Fotografía: Bruno de Keyzer
Reparto: Philippe Noiret, Sabine Azéma, Pascale Vignal, Maurice Barrier, François Perrot, Jean-Pol Dubois, Daniel Russo, Michel Duchaussoy
Productora: Hachette Première et Cie, AB Films, Little Bear, La Sofica Sofinergie, Investimage, CNC, Films A2
País: Francia
Año: 1989
Duración: 130 min.
Hay mucha producción cinematográfica sobre la guerra, las heróicas epopeyas de soldados u oficiales luchando contra el enemigo, etc. Pero lo que no es tan habitual de ver, ni si quiera de leer en prensa, tratados o historiografía, es sobre la vida de las personas que vivían en los lugares que se convirtieron en campos de batalla, y cómo recobran sus vidas una vez finalizado el conflicto. La película tiene como protagonista la posguerra en una zona ocupada por los alemanes en el norte de Francia, y que se convirtió en un tira y afloja entre ambos ejércitos en las pequeñas conquistas de terrenos que se daban. Y más concretamente, en la búsqueda de uno de los 350000 soldados franceses desaparecidos que dejó la Primera Guerra Mundial, repartidos entre campos de prisioneros alemanes, desertores, internados en hospitales o volatilizados por explosiones y mezclados sus restos con el barro de las trincheras.
Los temas que aparecen en la película son tan genuinos y originales dentro del cine como sórdidos y verídicos. Veremos las consecuencias que deja la guerra en la sociedad posterior: labradores que encuentras restos de soldados y bombas por explotar en sus huertas, minas ocultas en tramos ferroviarios que continúan explotando y sembrando muerte, transporte de productos químicos usados en el frente de alto peligro, problemas laborales por la reincoporación de los soldados que sobrevivieron, legiones de familiares y amistades altamente feminizadas recorriéndose media Francia buscando a sus seres queridos, tráfico de influencias para dar prioridad a unos desaparecidos frente a otros… Incluso se hacen referencias al robo de materiales y de víveres por parte de las tropas estadounidenses destinadas en la zona, y se comenta el colaboracionismo que hubo entre grandes industriales franceses con el Reich alemán. La película llega al punto de tratar temas aún más escabrosos y que provocan todavía más repugnancia, como negocios surgidos en torno a la búsqueda de desaparecidos que buscan sembrar esperanzas en los familiares y conseguir quitarles dinero, o conseguir que el estado francés subvencione la estatua en honor de los caídos en un pueblo en el que no han tenido muertos en el frente y por tanto no les correspondería subvención, haciendo que el pueblo se anexione una pedanía de un pueblo vecino donde sí que tuvieron dos muertos. Sin olvidar la lamentable manera en la que tratan a los soldados negros y árabes, dándoles los trabajos más duros, estresantes y peligrosos, como la desactivación y búsqueda de minas. Tratarles como si todos fueran musulmanes y recién traídos de África por lo que no les van a servir alcohol es el racismo más suave que sufren a lo largo del film.
Las horribles consecuencias sociales, económicas y humanas de la guerra no acaban con la guerra, sino que prosiguen tiempo después de la misma, y aquí tenemos un cuadro estupendo de estas circunstancias. Muy cruda, muy realista, muy emotiva y muy recomendable.
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