Título original: Besos al Besós. Crónica de una lucha anunciada
Productora: L*s chic*s de Gracia
País: Reino de España
Año: 1991
Duración: 33 min.
Sant Adrià del Besòs tiene una historia combativa desde que su contornada se edificó a finales de los 60 para albergar al enorme proletariado migrante que aterrizó en Barcelona buscando trabajo, alimentando el sector servicios de la zona, la incineradora, la Central Térmica del río Besòs y la propia construcción de edificios de la zona. El antifranquismo y las movilizaciones vecinales estuvieron a la orden del día en los años de reforma del régimen, y a lo largo de los ochenta el barrio se vio sin infraestructuras suficientes ni equipamientos, teniendo que irse a barrios cercanos para ir al médico, llevar a su prole a la escuela o ir a estudiar a la biblioteca.
Del abandono del barrio se pasó a un interés siniestro por la zona: en 1981 el joven ayuntamiento del ‘socialista’ Narcís Serra decidió postular la ciudad para los Juegos Olímpicos, obteniendo la victoria en 1986, siendo ya alcalde Pasqual Maragall, para su realización en 1992. La zona que se proyectó para instalar el Fórum -finalmente abierto en 2004 y no en el 92- y gran parte de las infraestructuras fue la ribera del Besòs, que por entonces estaba habitada por población muy marginal, con problemas de asfalto y azotada por la heroína -pongamos por ejemplo que el famoso delincuente juvenil ‘El Vaquilla’ era de aquí, del barrio de la Mina-. Por ejemplo, para construir el Fórum derribaron el Castillo del Campo de la Bota, donde hasta 1952 fue una prisión donde se fusilaron algo más de 1700 antifranquistas, y tras su desuso sirvió de infravivienda para población migrante.
Y esto nos lleva al inicio de una de las mayores revueltas que ha vivido ‘La Rosa de Foc’, el cariñoso apodo por el que se conoce a la ciudad condal por la tendencia insurreccional de gran parte de su población: tras un intento en 1984 de construir unas viviendas privadas en un solar donde la asociación de vecinos llevaba años pidiendo que se usara para equipamientos del barrio, que acabó con una victoria vecinal y con el ayuntamiento arreándole millones de pesetas a la empresa constructora -millones que se podían haber usado para esos equipamientos, vaya, pero ya sabemos cómo funciona la política-, en 1990, al calor de la Olimpiada, se vuelve a intentar, esta vez con una presencia desorbitada de antidisturbios en actitud amenazante. El 25 de octubre una manifestación que pretende detener las obras se encuentra con una violencia policial extrema, y la situación escala a niveles de guerrilla urbana, con cócteles molotov, adoquinazos y caceroladas a cada hora para que los mercenarios del estado vieran el apoyo vecinal masivo que tenían los disturbios. La policía se dedicó a arrancarle un ojo a un vecino de un pelotazo, a provocar heridas graves por disparos de cartuchos, a lanzar gas lacrimógeno a diestro y siniestro y a detener a más de 30 jóvenes, la mayoría del barrio -a pesar de la enorme solidaridad que recibieron desde otros barrios; muestra es que el documental lo realizaron en Gràcia-, y torturarlos en comisaría. Los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional, en un intento fallido por controlar la situación, tomaron los tejados de algunos bloques, disparaban desde el helicóptero y movían sus furgonetas por todo el barrio con las luces encendida y las sirenas a todo volumen, en un intento de amedrentar al vecindario. Mientras, la prensa cumplía su papel y mentía descaradamente, de manera consciente -inventándose, por ejemplo, que era un vecindario racista por no querer esas viviendas, cuando quienes las compraran iban a ser gente de clase alta atraída por la Olimpiada- o copiando y pegando en sus titulares versiones de la policía, en ocasiones inventadas, como un supuesto francotirador que les disparó unas 30 veces, errando todos los tiros. A partir del día 28 la cosa comenzó a calmarse, y al poco se suspendió la construcción de las viviendas. El solar terminó siendo la Plaza 25 de octubre, existente a día de hoy, y con los años el barrio consiguió sus equipamientos, gracias a la labor de la Asociación de Vecinos, epicentro de las movilizaciones y que, al contrario que la mayoría de asociaciones del momento, ajena a partidos políticos y a estructuras verticales, lo cual enfatiza el documental.
Una pieza histórica de considerable valor, que nos prueba la capacidad de resistencia de los barrios organizados, que nos señala una vez más la falsedad del aparato mediático y la miseria moral de la policía y las instituciones de poder político, y que nos recuerda a revueltas recientes en el tiempo, como las de Gamonal (Burgos) en 2006 y 2014, la resistencia en El Cabanyal (Valencia) en 2010-2011 o a las luchas que sindicatos de vivienda y de barrio están llevando a cabo actualmente en todo el territorio del estado.
Muy recomendable.
Completa en Youtube (con la censura de la restricción de edad), en dailymotion y en nuestro archivo.