La línea invisible

Título original: La línea invisible
Dirección: Mariano Barroso
Guión: Alejandro Hernández, Michel Gaztambide, Mariano Barroso
Música: Vicente Ortiz Gimeno
Fotografía:
Marc Gómez del Moral
Reparto:
Alex Monner, Antonio de la Torre, Enric Auquer, Anna Castillo, Patrick Criado, Asier Etxeandia, Patricia López Arnaiz, Emilio Palacios, Amaia Sagasti, Pablo Derqui, Ramón Barea, Joan Amargós, Josean Bengoetxea, Xóan Fórneas, María Morales, Aia Kruse, Koldo Olabarri, Jon Viar, Javier Coll, Óscar Morchón, Alvar Gordejuela, Asier Olaizola, Ione Irazábal, Txema Blasco
Productora:
Movistar+, Sentido Films, Corte y Confección de Películas.
País: Reino de España
Año: 2020
Duración: 45 min.

 

“La línea invisible” es, según esta serie, la línea que se cruza tras matar a alguien. Es la línea que cruzó ETA en 1968, cuando Txabi Etxebarrieta, dirigente de la organización, en un control de la Guardia Civil mató a un agente. Y cuando meses después, en respuesta por el asesianto del propio Xabi a manos de otro agente de la Benemérita, un comando de ETA licenció para siempre a Melitón Manzanas, el temido jefe de la Brigada Político-Social de Guipúzcoa.

En general, la serie no está mal. No en vano la ponemos en este blog. De la inmensa cantidad de productos audiovisuales sobre la lucha en Euskal Herria, éste es de los mejores. Aunque lo que hay para comparar es, principalmente, bazofia. Y más ahora, que desde la disolución de ETA en 2018 está habiendo una reescritura de la historia en clave triunfalista desde el españolismo progre y el rancio. En este caso, la serie mantiene una línea narrativa bastante fiel con la realidad histórica. Se centra mucho en las vidas personales y las emociones de los personajes principales y los secundarios. Pero no participa con mensajes moralistas o condenatorios. Parece que sean sus espectadores quien deban decidir con quién se quedan, quién es mejor o peor. Esto se cumple, salvo en los últimos dos minutos: estamos en el régimen político en el que estamos, y es obligatorio plasmar un mensaje en contra de la violencia y condenando a ETA, incluso aunque la serie esté hablando de un régimen tan condenado política e institucionalmente a día de hoy como es el franquismo. Así que la narradora tenía que decir algo sobre que toda la violencia que vino después fue malísima. Esto hay que matizarlo muuuuuuuuuuuchísimo.

Lo que tampoco mola de la serie es la apariencia de que ETA mata primero y luego el resto es una espiral de violencia. Falta visibilizar aún más la situación de persecución política que había en esta época en el franquismo. Los grises no solamente daban porrazos en las huelgas. También desenfundaban la pistola y mataban gente. En Hegoalde, rara era la familia que, sin ser tradicionalmente de derechas, no hubiera perdido algún o algunos miembros durante la guerra civil, muertos en combate o asesinados una vez las tropas de Franco hubieran tomado su zona. Ya fuera durante la guerra o en la posguerra. Eso sin contar la infinidad de exiliados que había en Iparralde, algunos de los cuales habían caído luchando contra Hitler. Y cuyo número ascendería según ETA fuera siendo más grande y activa.

Al personaje de Melitón Manzanas, tremendamente interpretado por Antonio de la Torre, por cierto, le falta ideologización. Parece que simplemente es un vasco fachuzo que hace su trabajo, un tecnócrata vividor y mujeriego, corrupto y sin escrúpulos. Y lo era, sin duda. Pero también era un franquista acérrimo, partícipe en 1941 de la creación de la Brigada Político-Social bajo asesoría y ayuda de la Gestapo nazi -a la que entregó judíos que pasaban los Pirineos hacia España-, con una hoja de servicios repleta de torturas y de detenidos con los que se pasaron de rosca y se les quedaron en la “sala de interrogatorios” (muchas veces esa sala era la bañera del lavabo). Esto no sale en la serie. En los mensajes finales, sale que gran parte de esta generación dejó las armas en 1977 porque llegó la democracia (esta frase habría que matizarla muy mucho) y que ETA mató a casi 900 personas en las décadas venideras (obviando que el Reino de España no es que se quedara corto precisamente, y eso si hablamos solamente de Euskal Herria, que si nos vamos más allá, esta cifra la supera con creces). Esta “democracia” que soportó tanta desestabilización en los siguientes años por culpa de ETA, condecoró a Manzanas póstumamente, en 2001, ante un aluvión de protestas ignorado. No hay más palabras, señoría.

Por lo demás, merece mucho la pena verla, la ambientación está muy lograda, el clima político ídem, las desaveniencias en ETA y su proceso de formación, bueno, podrían haberlo retratado un poco mejor y haber profundizado más, pero digamos que no está mal. No se obvia, por ejemplo, el componente marxista de ETA, cosa que habitualmente se omite en las películas. Y aunque pudiera ser instrumentalizable, queda muy bien el mostrar a los protas como gente con sentimientos, dudas, como seres humanos, no como asesinos carcomidos por el odio. Como gente que no quiere hacer a nadie daño, salvo a la gente que se lo merece. Recomendable.

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