Título original: Kill the Messenger
Dirección: Michael Cuesta
Guión: Peter Landesman
Música: Nathan Johnson
Fotografía: Sean Bobbitt
Reparto: Sean Young, Patrick Bergin, Arnetia Walker, James Read, Ron Orbach
Productora: Focus Features / Bluegrass Films / The Combine
País: Estados Unidos
Año: 2014
Duración: 112 min.
Gary Webb, periodista de un periódico menor, se hizo famoso por descubrir en 1996 casi por casualidad las implicaciones de las instituciones de EEUU y de la CIA en particular en el tráfico de drogas en los suburbios principalmente negros de EEUU para más tarde usar ese dinero en la financiación de los movimientos paramilitares nicaragüenses que combatían y asesinaban a militantes del marxista Frente Sandinista de Liberación Nacional durante los años ochenta. Para ello la CIA tenía agentes dispuestos dentro de EEUU como traficantes y en Nicaragua trabajando codo con codo con la llamada «contra» para enviar la mercancía y recibir dinero y armamento en una guerra encubierta al margen del Congreso y con la excusa de la «seguridad nacional», la cual dependía de que el comunismo no se expandiera por América Latina. A su vez, supuso el asesinato de miles y miles de personas no blancas, en especial población negra de los barrios bajos de las ciudades estadounidenses. Algunas de las personas de estas comunidades llaman a esto Holocausto o Genocidio, continuando con las prácticas que venían de la época de la guerra contra el Poder Negro.
El trabajo de Webb fue difamado, calumniado, se investigó en su pasado, se acosó al periódico para que lo expulsaran y se le cuestionó en cada punto de su reportaje. Cuando la historia no pudo ocultarse más y la CIA reconoció todo, el asunto del affaire del presidente Clinton con Monica Lewinsky ayudó a tapar todo en los medios oficiales. Finalmente, al margen de la prensa y teniendo que mudarse e iniciar otra vida, Webb fue encontrado muerto con dos tiros en la cara en diciembre de 2004 en su casa. La policía se negó a investigar el suceso y lo tomó como un suicidio, si bien a día de hoy cada vez hay más indicios que apuntan a un asesinato.
La película ha servido bien para rehabilitar su memoria, si bien hay puntos que no están desarrollados lo suficiente como para el potencial que tiene la historia, como las protestas de la comunidad negra (que salen levemente) o una profundización mayor en lo que fue la guerra civil que vivió Nicaragua entre 1979 y 1990 (que aparece sólo en unas pocas imágenes de enfrentamientos de la época), que costó 50000 muertos a un país de tres millones y medio de habitantes, y provocó el fin de la Revolución Sandinista por un modo de gobierno parlamentario más deseado por EEUU y el Capital.
La droga siempre tiene doble impacto: en el país donde se consume, haciendo daño a las capas más vulnerables de la población (en este caso la comunidad negra); y en el exterior, en el país del que se extrae, provocando guerras civiles, corrupción o economías explotadoras. El caso de Nicaragua es uno de los más notables, pero esta es la tónica habitual, como ocurre actualmente con la cocaína en Colombia o el opio en Afganistán.
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