Los sexoadictos

Los_sexoadictos_A_Dirty_Shame-384793016-largeTítulo original: A Dirty Shame
Dirección: John Waters
Guión: John Waters
Música: George S. Clinton
Fotografía: Steve Gainer
Reparto: Tracey Ullman, Johnny Knoxville, Selma Blair, Chris Isaak, Patricia Hearst, Mink Stole, Susan Allenback, Jeffrey Auerbach, Lance Baldwin, Paul DeBoy, Mary Vivian Pierce, Wes Johnson, James Ransone
Productora: Fine Line Features
País: Estados Unidos
Año: 2004
Duración: 90 min.

El genial director de cine independiente John Waters trajo, en la que resultó ser su última película, una mordaz crítica a la moralidad absurda de la sociedad estadounidense. Una ama de casa hastiada de la vida se vuelve adicta al sexo tras un golpe en la cabeza. Así encuentra una red de personas adictas al sexo, entre ellas su hija y diversas amistades, que planea realizar una revolución sexual y acabar con todos los prejuicios. Por otro lado, su marido y su suegra organizan un movimiento vecinal para acabar con todas las expresiones sexuales novedosas que están poblando el barrio. La película está abocada a terminar en una macro-orgía, pero los guiones de John Waters son siempre inesperados, y por el camino pasan cosas absurdas e inesperadas, como un cónclave de renegadas a la adicción al sexo, una pelea de bar, conversiones y reconversiones a la adicción sexual… además de una infinidad de gustos sexuales representados, todos dentro del Manual de Diagnóstico Psiquiátrico, etiquetados como «parafilias».

Waters pretendió hacerla una película comercial, pero las autoridades al respecto decidieron etiquetarla como erótica, no pudiendo ser visionada en cines «normales». Una forma más de censura de la industria cinematográfica, y en la cual la muestra abierta sexual en el cine ha sido su principal víctima.

Más allá del humor y las dosis de sexo sin paro, es un auténtico alegado a la sexualidad libre, al desmadre orgiástico y a romper con los prejuicios y disfrutar de una sexualidad plena, y a ser posible lo menos hetero y monogámica que se pueda.

En Torrent, con subtítulos incorporados. En Emule, doblada. Su catalogación de «erótica» evita también que esté en bibliotecas públicas.

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