Título original: Steklyannaya garmonika
Dirección: Andrei Khrzhanovsky
Guion: Gennadi Shpalikov Música: Alfred Shnitke
Productora: Soyuzmultfilm País: Unión Soviética
Año: 1968 Duración: 20 min.
La vida de abundancia y placer de una comunidad se ve alterada por la llegada de un hombre vestido de negro, que bien podría ser un funcionario del estado, tanto del soviético como de uno liberal, bien un capitalista según cada interpretación. O quizás el director y guionista no ha querido hacer esa diferencia, puesto que al final el régimen que vivió Andrei Khrzhanovsky no por casualidad ha sido catalogado por diversas voces del marxismo heterodoxo como capitalismo de estado. El dinero precisamente es un elemento de gran importancia que este hombre oscuro introduce en esta comunidad, generando un sálvese quien pueda generalizado, un individualismo voraz, chivateo y delación, y llegando junto al dinero un aparato represivo que captura a quien se pueda oponer a este orden.
La interpretación queda muy abierta, desde una oda a la vida comunitaria libertaria, hasta referencias al cristianismo primitivo -potenciadas en gran parte por el uso de personajes y/o estética de cuadros del siglo XV para la población del pueblo-. Pero algo que se traduce sin duda es que hay una oposición latente al sistema que puede florecer, literalmente en el caso de este corto animado, en cualquier momento.
El estado soviético la prohibió durante casi tres décadas, no pudiéndose visionar legalmente hasta la Perestroika.
Título original: Zhil-byl Kozyavin
Dirección: Andrei Khrzhanovsky
Guion: Lazar Lagin, Gennadi Shpalikov Música: G. Lukyanov
Productora: Soyuzmultfilm País: Unión Soviética
Año: 1966 Duración: 10 min.
El funcionariado soviético está muy presente en la obra de Andrei Khrzhanovsky, fruto de haber realizado la parte principal de su obra en un contexto de amplio asentamiento del régimen socialista ruso. Y su forma de plasmarlo no es nada amigable. En esta pieza, veremos a lo que parece un alto funcionario caminar por diversos escenarios, y dejando un clima de miedo y autoritarismo a su paso que destruye la aleatoriedad y la espontaneidad de la vida, generando sumisión y movimientos cuadriculados en las personas y escenarios que se ven afectados.
Título original: Babochka
Dirección: Andrei Khrzhanovsky
Guion: Roza Khusnutdinova Música: Alfred Shnitke
Productora: Soyuzmultfilm País: Unión Soviética
Año: 1972 Duración: 10 min.
Un niño con su cazamariposa se dedica a depositar a estos coloridos insectos en un tarro de cristal que les deprime y frustra. Hasta que se queda dormido y sueña cómo él mismo es cazado por una mariposa, pasando a tomar una postura completamente diferente respecto a las mariposas. Frente a los colores iniciales que nos coloca el corto, la libertad de las mariposas y la cooperación con el humano pequeño nos coloca un surtido inmensísimo de colores, que nos lleva a adorar la falta de cautividad de los seres sintientes.
Ana es contratada por una familia de la alta burguesía catalana para su casa veraniega de la costa. Es de origen colombiano y no tiene papeles, sino que está trabajando sin contrato por un sueldo bastante cuestionable y bajo promesas de que sus amos le tramiten los papeles.
Bajo esta premisa, la película nos sitúa en el racismo de este siglo, y en cómo se reformula en esta época la lucha de clases, siendo uno de sus máximos exponentes el empleo de hogar a tiempo completo por parte de personas pudientes. Y no tan pudientes habría que añadir, aunque en este caso la película tira del estereotipo de una burguesía muy odiada merecidamente, de potenciales votantes de Junts que combinan el buenrollismo y el quedar bien con defender despiadadamente sus privilegios.
La situación de permanente incertidumbre, inseguridad, vasallaje al puro estilo feudal, y de constricción de la libertad a niveles de control social queda muy patente, reflejando la realidad que viven cotidanamente innúmeras trabajadoras del hogar. Y también hay espacio en la película para la cuestión de género, pues el paternalismo machista y la sexualización con pensamientos de abuso sexual queda muy visible.
Más que necesaria de ver, aunque hay tantas situaciones en la realidad que se queda hasta corta. Muy recomendable.
Parida principalmente para homenajear al maquis, como remarca en su primer fotograma, la película nos sitúa en tres momentos clave de la guerrilla antifranquista catalana: el final de la guerra civil, la ofensiva sobre el Vall d’Aran en 1944 y la desarticulación de los grandes ejércitos guerrilleros en 1952.
Sus protagonistas son Conchita, hija de un nuevo rico sin escrúpulos que amasó fortuna gracias al contrabando durante la guerra, y Eduard, un aristócrata catalán de familia independentista que se queda al frente de las tierras para comandar y dar base a la guerrilla comarcal.
De entre toda la gran filmografía en torno al maquis, esta película aporta cuestiones como la organización del maquis al final de la guerra, enfatizando la línea continua entre la guerra civil y la lucha guerrillera. El papel de las mujeres aparece bastante destacado, desde el apoyo en tareas de distracción -como en el caso de prostitutas desafectas del régimen- hasta el soporte logístico material. El propio apoyo de Conchita, una mujer hija de esa nueva burguesía que sirvió de sostén definitivo en este primer franquismo, pero que sufre cierta opresión por ser madre soltera, nos sirve de ejemplo. La película nos habla también de la idea de matar a Franco por parte de muchos grupos, de las acciones en contexto urbano, de los enlaces, del espionaje maquis, de los puntos de abastecimiento y escondite… Pero también, como otras, de la enorme represión, del terrorismo de estado llevado a cabo por la Guardia Civil, de la complicidad de la alta burguesía en el asesinato de disidentes, y en último término del fracaso de sus objetivos, pese a que muchos combatientes continuaron en el monte mucho tiempo más, y pese a que la herencia del maquis estuvo detrás de muchos de los grupos armados que contribuyeron a la desfastiscización parcial del régimen en los setenta.
Terra de canons constituye el final de la trilogía histórica de homenaje a las luchas obreras en Cataluña, que empezó con La ciutat cremada (1976) y la subtrilogía Victòria! (1983-1984). Para poder realizarla, Antoni Ribas estuvo cinco años peleándose con instituciones y capitales privados para reunir dinero y poder llevarla a cabo. Como parte del programa de favorecimiento del cine catalán, a esta película le correspondía una subvención de la Generalitat de Cataluña que nunca le fue dada. Ni tras diez meses sentado delante del Palau de la Generalitat exigiendo dicha subvención. Si ésta se realizó fue gracias a años de tesón de Ribas, que realizó una campaña de micromecenazgo como la llamaríamos ahora, pero de manera analógica: reunió 350000 firmas, y el eco mediático y social le facilitó el capital de 300 productores, incluyendo amistades y miembros y ex-miembros del Parlament y del Govern de la Generalitat. Afortunadamente el resultado estuvo a la altura del esfuerzo, aunque Ribas murió mientras estaba realizando un documental donde contaría toda esta odisea.
Cassandre es auxiliar de vuelo en una de esas maltrechas compañías de airbus que quien las ha utilizado conoce un poco el maltrato permanente que hacen a sus clientes de mil formas, desde intentar subir el precio del billete con la forma en que está hecha su página web, hasta cambiar permanentente las normas del equipaje para chantajear a la tripulación con pagar un suplemento, abandonar el equipaje o quedarse en tierra. Esto sale de hecho en una escena en la propia película.
Aquí veremos la otra cara del maltrato empresarial: el que ocurre contra su propia plantilla, contra auxiliares de vuelo y responsables de cabina. La falta de independencia al tener que acarrear con horarios fuera de las jornadas laborales, horas extras obligatorias, etc, hasta la obligatoriedad de vender como sea a la tripulación un mínimo de euros por pasajero en productos innecesarios como perfumes. Veremos la competencia entre las trabajadoras elevada al individualismo más extremo, y veremos una conversación muy bien lograda, con un claro impacto generacional detrás, entre trabajadores en huelga buscando sus derechos y los de todo el mundo, frente a la protagonista y sus compañeras hablando un lenguaje completamente diferente y ajeno a lo colectivo y al apoyo mutuo del sindicalismo.
Porque la película no se queda únicamente en el empleo. Al hablar de “generación low cost” no se refiere únicamente a estas compañías, sino a cómo toda una generación de jóvenes que se han criado con este modelo aplicado a sus trabajos, a su vida y al pensamiento filosófico hegemónico, lo han interiorizado y lo replican en sus propias vidas. Las llamadas a la flexibilidad de contratantes, las interacciones sociales y sexuales regidas por el trabajo o por aplicaciones de ligue de empresas privadas son la tónica de la protagonista y de la gran mano de obra juvenil de este contexto histórico. No faltan las drogas, legales o ilegales, como elemento permanente en el film, que utilizan como válvula de escape. Aunque la protagonista es incapaz de ver el problema que este modelo, en el que parece estar conforme e incluso contenta, le puede repercutir, la vida le termina dando un giro y tratándola como trata a la clientela que no puede pasar porque han cambiado las condiciones de su equipaje. No obstante, el cuento del ascenso social, de un mejor trabajo y de conocer otros destinos le seguirá marcando su existencia, buscando llegar ella sola a puertos mayores a pesar de lo que se interponga en su camino.
Marginalidad, neurodivergencia y movimiento skinhead se unen en esta obra ambientada en la Inglaterra neoliberal de Margaret Thatcher, cuyo protagonista principal son los bajos fondos y una clase obrera ultraprecarizada y sometida a infraviviendas y práctica ausencia de empleo. Mark y Colin son dos hermanos de unos 20 años que viven con sus padres en este contexto. Se alimentan de pensiones maltrechas y capean cotidianamente el mal estado de su vivienda y los conflictos familiares permanentes que esto general. El alcohol en los bares, donde se juntan con un grupo de skinheads muy asiduos a las drogas, es la válvula de escape para esta realidad. Colin además no se relaciona normativamente con el resto, costándole enormemente la interacción social y teniendo que soportar el desprecio y el paternalismo de sus familiares. Para rizar el rizo, la película pertenece al contexto específico en el que el movimiento skinhead comienza a coquetear con la extrema derecha, por lo que veremos escenas de racismo hacia personas no blancas con las que también conviven en estas barriadas.
Veremos escenas sin duda basadas en realidades cotidianas de la población de esta época, que entrecruzan opresiones y aportan complejidad a las relaciones humanas en contextos complicados. Desde negaciones clasistas ajenas a la realidad de la situación en que se vive, hasta pisarse entre personas que podrían ayudarse, o juntarse con personas bastante cuestionables con la supervivencia como motivación principal. Muy recomendable.
En 1978, el presidente del gobierno italiano, del democristiano Aldo Moro, fue raptado en un operativo del grupo armado marxista Brigadas Rojas, en plena crisis política y agudizando las tensiones del delicado gobierno de coalición que éste presidía.
Lejos de otros productos italianos sumamente panfletarios y que nos han provocado vergüenza ajena, al estilo que la mayoría del cine español cuando se dispone a hablar de los grupos armados vascos, en este caso tenemos una película que trata el tema de una forma bastante fidedigna e integradora. Muestra muchas de las realidades que operaron en este secuestro, que fueron mucho más allá de la sobredimensionada relación entre Moro y sus raptores en el zulo del piso franco donde permaneció semanas. Además de esto, que expone la película en su justa medida y de manera bastante realista, también veremos los entresijos de los servicios secretos, los trapos sucios gubernamentales, el asedio policial que vivió la familia del secuestrado, las corruptelas institucionales y el supuesto frente unido del gobierno de coalición -que, recordemos, se componía de socialdemócratas, “comunistas” por llamarlos de alguna forma, liberales y conservadores- que se resquebrajaba a la mínima con puñaladas traperas y acusaciones cruzadas delirantes.
Mención especial al papel de la prensa, y a la extrema manipulación que realizan del caso, que queda más que explícita en el film. Así como al interés del gobierno, y más especialmente del propio partido de Moro, por obtener el cadáver de su líder en vez de gestionar sacarlo. Sin descentrar la responsabilidad en el grupo armado ni omitir sus proclamas a menudo ajenas a la realidad política, la película da buena cuenta de esta operación política, que muestra muy claramente que en el capitalismo cualquier humano es prescindible si la maquinaria así lo desea.
Móglaí Bap, Mo Chara y DJ Próvai son los componentes de Kneecap, la primera banda de rap de la historia de Irlanda que, rapeando en irlandés, ha traspasado las fronteras de la isla. Una lengua enormemente dañada por siglos de imperialismo británico, pese a la independencia hace un siglo del sur del país, que en ocasiones se considera extinta. Sin embargo, aún tiene decenas de miles de hablantes, la gran mayoría en la parte independizada. Sin embargo, Kneecap nace en Belfast, donde apenas se habla. Allí, en 2017, dos jóvenes amigos de la infancia y un profesor de música se juntaron para sacar adelante este proyecto, que fue adquiriendo fama a medida que protagonizaban escándalos, debido a sus letras centradas en el rechazo al Reino Unido y en las drogas.
La película es la historia del nacimiento de la banda, interpretada por los propios integrantes de la banda, y combinando elementos reales y ficticios de su historia. Con mucho humor y música, esta película nos presente la lucha por la liberación del norte de Irlanda y la reunificación con el sur. Nos narra el conflicto latente a día de hoy entre la población republicana irlandesa y la descendiente de los colonos ingleses protestantes que, pese al decrecimiento de la lucha armada en los últimos años, sigue perfectamente vigente. La represión policial y la basura mediática británica son elementos que no se han disuelto, al contrario que muchos de los grupos armados, lo cual queda perfectamente reflejado en la película. El movimiento de los derechos civiles tampoco, y durante estos años ha habido enormes movilizaciones por la lengua irlandesa como un derecho de la población, lo cual queda también plasmado en el film. Y el sentimiento de comunidad oprimida queda muy bien reflejado a lo largo de toda la película y con detalle, incluyendo escenas de represión por parte de colonizadores, la lid en torno a la lengua, y la presente solidaridad con Palestina, como otro pueblo también oprimido, ahora más que nunca al ser objeto de un genocidio.
La película también tiene elementos criticables, los mismo que tiene la propia banda en la vida real. Las letras machirulas y apologéticas de la droga tienen su eco en el film, provocando un lenguaje a menudo misógino y diversos comportamientos que menosprecian a las mujeres. Algo que no se aleja de las conductas de sus protagonistas en la realidad, que según parece son incluso peores. La droga, por su parte, está archipresente en todo el largometraje, llegando también a ofrecer un retrato bastante distorsionado y estereotipador de los grupos armados parejos al IRA que en las últimas décadas han surgido en el norte de Irlanda para combatir la proliferación del narcotráfico, en contextos donde la heroína, el alcoholismo o la cocaína estaban generando graves problemas sociales en las comunidades católicas, a la vez que había pruebas concluyentes de la complicidad, activa o cuanto menos pasiva, de las autoridades británicas. Que Kneecap tuviera problemas con estos grupos, lo cual es lógico, y las dinámicas criticables que a su vez han desarrollado dichas bandas antidrogas, no justifica la imagen demagógica que se da de ellos.
Por lo demás, una película entretenida, graciosa, que beneficiará bastante la posición de la lucha en el norte de Irlanda a nivel internacional. Muy recomendable.
Un matrimonio que va sobreviviendo como puede en la Francia del momento se encuentra con una persona que es enormemente extravagante y peculiar. Esto les lleva a situaciones estrambótica y kafkianas, abordadas con una combinación de humor y perplejidad, que van desde robos a ricos a proposiciones de orgías. Con una tensión sexual permanente a modo de trío entre sí de cada componente, que termina generando dinámicas placenteras y destructivas a la vez.
Esta película puede resumirse en un descontrol generalizado a varios niveles, y lo mejor para saber de qué va es verla, ya que su argumento es complicado de describir. Eso sí, veremos quinquismo, lucha de clases marginalizada, síndromes de Estocolmo, bisexualidad a más no poder, travestismo, prostitución, fuego, disparos y neurodivergencia por doquier. Junto con algunas cuestiones que no nos gustaron, calificables como machismo o misoginia, pero la película da tantos giros que llega un punto en que no se sabe si es performance o es en serio.