Ernesto Pimentel sigue siendo a día de hoy un refente del travestismo y de la lucha contra el estigma del VIH en Perú. Esta película es su biografía, comenzando cuando era niño y adolescente y fue sorteando unas condiciones materiales verdaderamente precarizadas, además del acoso escolar homofóbico y demás problemas. Terminaría en el mundo artístico, y de ahí dio un salto a la televisión, llegando a tener programa propio. En la película veremos todo este proceso, así como los baches y el enfrentamente ante una sociedad mayoritariamente homofóbica y muy empobrecida.
Un empleado de una cadena de hamburguesas aficionado a la cibertecnología y autogestión musical se da cuenta por casualidad de que alterando el hilo musical de su trabajo genera una situación de disrupción social y la gente comienza a hacer disturbios. Así pues, comienza a explorar la manipulación que desde lo subliminal se hace sobre la gente por parte del poder, lo cual e pone como objetivo de un agente del gobierno especializado en perseguir disidentes políticos.
Cyberpunk, contracultura, tecno y un ambiente oscuro y tecnologizado, con un poco de porno de disturbios de por medio, se dan cita en este film olvidado durante años que nos plantea el enorme dilema de la manipulación masiva mediante medios tecnológicos. Aunque es cine puramente independiente y de bajo presupuesto, llamó la atención de gran parte de la contracultura, contando con en su banda sonora con grupos que lo estaban petando en la Alemania Occidental de entonces e incluso a nivel mundial, como Soft Cell, y con la participación como actor del propio William S. Burroughs, escritor de la generación beat de quien se citan pasajes de sus obras.
En un funeral judío, una universitaria trabajadora sexual se encuentra con su principal cliente y sugar daddy. Llega, además, tras discutir con su familia recibiendo varios comentarios bifóbicos, con pocas ganas y se da de bruces con que hay varias cosas importantes que su sugar daddy no le ha contado de su vida. Y viceversa.
La película nos habla del estigma del trabajo sexual, de sus potencialidades, de la bisexualidad, de las relaciones sexuales entre mujeres y del machismo estructural. Pero en especial nos habla de las familias y de sus mentiras, desencuentros, disfuncionalidades y que están basadas en el poder en el peor sentido del término. En este caso, en un contexto judío, pero extrapolable a cualquier otro.
Título original: Calamity, une enfance de Martha Jane Cannary
Dirección: Rémi Chayé
Guion: Sandra Tosello, Fabrice de Costil, Rémi Chayé Música: Florencia Di Concilio
Productora: Maybe Movies, Sacrebleu Productions País: Francia
Año: 2020 Duración: 82 min.
Este film recrea de manera imaginativa la infancia de Calamity Jane, una exploradora estadounidense y una colonialista partícipe en las invasiones del territorio donde vivían pueblos nativos durante el tercer cuarto del siglo XIX. En este caso, la película se centra en el viaje con su familia hacia Oregón para asentarse, que provoca que Martha Jane tenga que hacerse cargo de gran parte de las responsabilidades. Debido a ello, comienza a vestir como un chico, lo cual provoca escándalo y rechazo por su entorno.
Por tanto, estamos ante un film que toma esta época como fondo, pero que habla principalmente de masculinidades en infancias supuestamente femeninas, incluso de identidades trans, puesto que durante un buen rato de película vive y socializa como un chico. Un tema que tratan con bastante cariño y mimo, a la vez que aparecen diversas situaciones de desafío a las endebles autoridades que intentaban gobernar esta zona por entonces.
Al morir Franco, el ayuntamiento de un pueblo catalán encarga a un escultor de izquierdas desempleado una estatua ecuestre a mármol del Caudillo. Pero la obra se demora puesto que el mármol es complicado de esculpir, y el proceso de reforma política avanza tan rápido que cuando la estatua está acabada, ya hay fecha para las elecciones de junio de 1977 y gran parte de la clase política otrora archifranquista se pelea por asegurar ser los más demócratas de España.
Aunque en muchos puntos no estaríamos de acuerdo con las formas de abordar el proceso político conocido como la Transición, por ejemplo las omisiones al continuismo franquista en muchas materias de las que adolece, sí que la película acierta en describir la pelea dentro de las instituciones en mitad de todos estos cambios, y la permanencia de buena parte de esos aparatos franquistas y de su impunidad en muchos aspectos. Veremos paramilitares fascistas, los llamados “incontrolados” campando a sus anchas con el apoyo de políticos dentro de las instituciones, veremos cómo concejales y alcalde de un ayuntamiento se reparten cada cual en un partido para que gane quien gane tengan su trozo del pastel -y no es que se hagan sólo de la UCD o de Alianza Popular, sino que se hacen hasta catalanistas de derecha e ingresan en la recién creada Convergència i Unió-, veremos las redes clientelares de poder y sobornos, la complicidad de los cuerpos represivos, y en especial un afán por esconder el pasado franquista por encima de todo.
La película, si bien planteada en clave de humor, incita a un debate sobre el precio de cada cual, la coherencia, la honestidad y las consecuencias de trabajar para gente deleznable. Las reivindicaciones antifranquistas están ahí, y cuando acaba la película siguen inconclusas, como veremos en una secuencia altamente representativa.
David Foster es un neurocirujano de fama internacional que viaja a Barcelona con su esposa y un amigo a impartir una conferencia en un congreso. Treinta años después vuelve a la ciudad donde vivió durante la Guerra Civil Española, siendo médico voluntario de las Brigadas Internacionales. Encuentra la ciudad cambiadísima, pero repleta de recuerdos que le alteran enormemente.
Realizada en pleno franquismo, la película tuvo que moderarse enormemente y lidiar con la censura, consiguiendo al final colocar cuestiones que el público de izquierdas estuviera predispuesto a entender, como determinados guiños políticos e históricos. Aunque hubo un gol que sí consiguieron meterle al franquismo: la participación como actor de Alvah Bessie, guionista estadounidense y combatiente internacional, cuya vida tiene enormes paralelismos con las narraciones de Foster de su estancia en la guerra. Posee el papel de amigo del protagonista, y es la persona sobre la que versa el excelente documental Hollywood contra Franco.
Novica es un brillante alumno de una escuela pública serbia. Uno de sus amigos y compañero de clase es un skinhead neonazi. Los recientes conflictos en la región, un entorno familiar no muy afectivo y diversas insatisfacciones más le van a acercar a un grupo de neonazis locales, a quienes termina por unirse e implicarse notablemente.
La película no sólo explora el neonazismo como tal, sino que tiene el mérito de abarcar otros temás que tienen mucho que ver con ello, sin dar sólo un discurso individualizante hacia el fenómeno. El desmantelamiento de las estructuras autoritarias del estado socialista y la génesis de un nuevo poder con altos niveles de corrupción es un tema muy presente. El odio inoculado para y por la reciente guerra civil, en este caso especialmente contra católicos, musulmanes, croatas y bosnios, está muy frecuente, y se amplía en la película rápidamente a gitanos y homosexuales. La cuestión hooligan tiene mucho que ver, pero no sólo por el hooliganismo en sí, sino por los negocios mafiosos del mundo del fútbol y cómo se instrumentaliza a los grupos neonazis hooligans dentro de ellos. El poder policial corrupto hasta la médula influenciará los devenires del grupo neonazi hasta niveles que nos narran una clara complicidad entre el aparato policial y los neonazis a un nivel orgánico.
Y muchas más cosas que hacen de este film muy original y muy recomendable.
En agosto de 1936, un joven pastor granadino se encuentra varios cuerpos fusilados por milicianos fascistas junto a la carretera de Víznar. Uno de ellos aún vive. Se lo lleva a casa para rescatarlo, pero tiene un balazo en la cabeza que le impide hablar con coherencia y recordar quién es.
Los datos aquí incluidos harían imaginar de quién se trata a quien conozca un poco la historia de estos inicios de la guerra civil. Cuarenta y cuatro años después el pastor y el fusilado se vuelven a encontrar en la Granada posfranquista. Éste último sigue sin recordar quién es, pero su rescatador va atando cabos hasta que comienza a sospechar de quién se puede tratar.
Una película que recrea con mimo y ternura una línea paralela de la historia que más de una vez se ha sugerido, lo cual genera escenas muy emotivas y diversos discursos en torno a la memoria y a la neurodivergencia.
Un grupo de temporeros y temporeras en el Túnez actual se desplaza a faenar en un campo de higueras desde por la mañana a por la noche. Durante el trabajo florecen innúmeras conversaciones entre la plantilla que promueven diversos debates al respecto principalmente de la explotación laboral y de la feminidad: disputas a la hora de las horas y los pagos, acosos, chantajes, cuestionamientos en torno a lo que se espera de una mujer a varios niveles y diversas personas abiertamente contrarias a dichos roles…
Dos amigas bolleras están hartas de ser incapaces de ligar en el instituto y de los machirulos que las hacen bullying habitualmente. Así que deciden hacer un club de la lucha al estilo del de la obra de Palahniuk, pero feminista y no mixto, donde aprender autodefensa a base de pegarse entre ellas.
La película es una comedia con unos niveles de exageración gigantes dentro de todos los retratos de la vida de instituto. La autodefensa feminista es el tema protagonista, aunque hay muchos otros igual de interesantes, como el machismo, las gestiones emocionales, el consentimiento informado, el acoso escolar, etc.