Dentro del género del espionaje, la película aborda el temazo de los refugiados huidos a Europa de regímenes dictatoriales latinoamericanos dentro del marco de la llamada Operación Cóndor, que, coordinada por la CIA, buscaba implantar regímenes autoritarios anticomunistas en América Latina. Éstos se enfrentaron en este nuevo escenario a servicios secretos que en algunos casos asesinaron a varios de ellos, y para rizar más aún el rizo, la película nos coloca en medio de todo esto un dineral en una cuenta bancaria robado por una guerrilla marxista cuya ubicación parece conocer el hijo de refugiados políticos vascos huidos a América Latina tras la derrota republicana en la Guerra Civil.
Cine político y de espías se entrecruzan para hablarnos de la cruda vida de estas personas una vez consiguieron escapar, siendo el propio director un ejemplo de ello en estos años. Por lo demás, tenemos un film interesante que nos habla de represión política, presos políticos, posguerra civil española o anticapitalismo, y que nos dejará con infinidad de interrogantes por resolver y una sensación de impotencia que puede haber sido conscientemente buscada para conseguir empatía hacia los sentimientos de todas estas personas por parte del público.
Un joven sociólogo de izquierda radical es colocado por el gobierno de Salvador Allende como director de la policía política chilena. De vida relativamente tranquila hasta entonces, con esposa, amante, dramas respectivos y trabajo académico, pasa a gestionar las gigantescas convulsiones que vive el gobierno de la Unión Popular motivadas por su proyecto socialista, que moviliza a la derecha privilegiada y a su ultraderecha respectiva, e impacienta a las clases más bajas por la lentitud y la parsimonia de las medidas junto con la represión que siguen sufriendo a manos de cuerpos policiales.
El protagonista tiene una postura política clara, con la cual el film parece intentar aportar su grano de arena dentro de los debates políticos del momento -”intentar” porque poco después de acabar su montaje el golpe de estado del 11 de septiembre prohibió su visionado y el propio director y gran parte del equipo abandonó Chile o acabó detenido. No se llegó a estrenar en Chile, sino que se hizo directamente en París, primera parada del exilio del director, y con subtítulos en francés. El jefe de la policía tiene una postura marcadamente antifascista y antiimperialista por encima de todo, lo que implica que busca que el gobierno tienda puentes con la extrema izquierda y los sectores empobrecidísimos de las villas para poder hacer frente a las movilizaciones de la derecha y al dinero de la CIA que hay detrás -sospecha ya bastante probada por entonces, de la que actualmente no cabe duda alguna-. Pretende que la policía abandone la represión contra la gente pobre, aunque sea por delitos “comunes” como se suelen denominar, y se centre únicamente en la sedición de ultraderecha. Esto le coloca rivales dentro y fuera del gobierno: piques con otros mandos policiales, amenazas telefónicas, intentos de atentados… Según avanza la película, el protagonista va teniendo que toparse con diversos conflictos que le colocan la situación, y que le hacen navegar permanentemente la contradicción: maniobras desestabilizadoras de empresas extranjeras, intentos de matarlo, un comando guerrillero argentino que pide asilo en Chile, las huelgas anti-Allende de transporte y estudiantiles…
Además de la trama, que es bastante entretenida, la película esa además un testimonio vivo del gobierno de la Unión Popular: imágenes reales de las movilizaciones, entrevistas verdaderas, disturbios… todo se va combinando con las situaciones que se abordan en la película con bastante soltura.
De origen más o menos humilde, esta republicana y feminista fue la que protagonizó durante los debates sobre la Constitución de la recién fundada II República en 1931 la postura a favor del voto femenino, peleándose contra el partido del que se marchó por no apoyarla y contra el que la incluyó en sus listas en las primeras elecciones. Finalmente lo consiguió, aunque en 1936 sería uno de tantos derechos perdidos con la instauración del franquismo y no volvería a ejercerse hasta 1977.
La película comienza en un pleito legal en el que Clara Campoamor defiende a una mujer que ha tenido un hijo con el propietario de la casa donde sirve, algo tan habitual en la época -y no tenemos que irnos tan lejos en el tiempo, incluyendo la actualidad- como que las mujeres terminaran despedidas y su hijo sin reconocer. Avanza con la sublevación de diciembre de 1930 a favor de la República, y se desarrolla principalmente dentro de los acusados debates parlamentarios que tuvieron lugar hasta la definitiva aprobación del voto femenino y la ratificación de la constitución.
La principal crítica que se le puede achacar es una exaltación del debate parlamentario y de la propia figura de Clara Campoamor en torno a él, en ocasiones de manera hagiográfica, cuando muchas situaciones que se dan fueron más complejas, no por lo que sale en el film, que está bastante bien contado y con bastante rigor, sino fuera de las Cortes: movilizaciones obreras enormes, un movimiento feminista virando cada vez más a la izquierda, los grupos anarquistas comunistas y anarquistas específicos… Parece resumir la cuestión a las instituciones republicanas, cuando aquello fue más allá, y figuras como Campoamor nunca terminaron de querer renunciar a su privilegio de clase en favor de las clases más favorecidas, como demuestra su actitud frente a la revolución de 1936. Por tanto, gran parte de la gente que la reivindica actualmente proviene de sectores del feminismo liberal y conservador.
Por lo demás, la contextualización es buena, la panorámica del nacimiento de la República está bastante bien hecha y el machismo que rezumaban gran parte del Congreso de los Diputados, tanto votando que no como que sí, es bastante latente y actual en muchos casos. Hay una buena deslegitimización del mito de la izquierda como históricamente mucho menos machista, aunque también se evidencia que la votación salió adelante en gran parte gracias al PSOE, que era la fuerza mayoritaria y votó a favor -y en ese momento era un partido marxista, no como ahora, que es socio-liberal- con la estimable ayuda de otras fuerzas algo subrepresentadas en el film, como Esquerra Republicana de Cataluña, el Partido Federal o la Agrupación al Servicio de la República. Y, por mucho que infantilizaran a la mujer, la derecha antirrepublicana no votó en bloque a favor por estar de acuerdo con la izquierda que votó en contra porque consideraban que las mujeres votarían lo que dijeran los curas: Acción Popular votó a favor, pero a su derecha Renovación Española votó en contra, porque una cosa era estrategia política y otra renunciar estratégicamente a la sumisión histórica de la mujer en todos los órdenes vitales promovida por la ultraderecha.
También podía haberse explicado mejor la rivalidad que hubo entre las dos únicas diputadas mujeres, que la prensa aprovechó para sacar carnaza: Campoamor estaba en las listas del Partido Republicano Radical, y Victoria Kent, que se opuso al voto femenino, en las del Partido Republicano Radical Socialista, una escisión del primero.
Una de las primeras películas francesas en tratar la vida en las Banlieue o distritos periféricos marginados del extrarradio de París y otras ciudades de la república. En este caso, veremos diversos grupos de jóvenes de mayoría árabe que sobreviven en sus barrios en una mezcla de atracos, tráfico de drogas y ausencia de alicientes para estudiar o trabajar legalmente. La película no se corta demasiado en mostrar la realidad en su crudeza: alcoholismo, acoso callejero a chavalas del barrio, robos en tiendas, robos en supermercados con la complicidad y el chantaje de los guardias de seguridad, peleas incluso a tiros por el control de determinadas zonas y diversas otras rivalidades, violencia indiscriminada y racismo policial explícito, así como ataques permanentes y justificados hacia la policía.
Todo ello viene aderezado e intercalado con llamamientos a la insurrección, porno de armas, porno de disturbios y un rap de alta calidad que reivindica la lucha de clases y la lucha antirracista desde los ghettos contra la sociedad que los oprime. La película acaba literalmente en una orgía de fuego a coctelazos molotov contra las unidades antidisturbios que intentan detener una revuelta provocada tras una actuación de sus correligionarios de raza. Y en su última escena, veremos una situación de dramática actualidad, que a afectó profundamente a quien escribe estas líneas por lo excesivamente latente que sigue más de un cuarto de siglo después del este de este largometraje.
Más underground y con menos presupuesto queLa Haine (Mathieu Kassovitz, 1995), y también con un guion menos trabajado y un acabado cinematográfico de menor calidad, parece injusto que quizás se haya visto, al menos en el Reino de España, eclipsada por esta obra de arte del cine francés, ya que Ma 6-T va crack-er también es una película excelente e imprescindible para aproximarse a la vida en los suburbios franceses y su impacto en el mundo actual, alejándonos de narrativas que sitúan los conflictos raciales en Francia como algo nuevo promovido por Soros, la izquierda y conspiraciones orquestadas en despachos de gente sin rostro.
Esta miniserie catalana nos lleva a uno de los temas menos tratados por el enormísimo cine existente sobre la Segunda Guerra Mundial: el papel de refugiados políticos huidos tras el fin de la II República, especialmente catalanes, durante la contienda bélica. En concreto, en la resistencia francesa contra la ocupación nazi y en cuerpos militares primero británicos y luego franceses, en la que se conoció como la Compañía 9. Ésta participó hasta la invasión de Alemania y su rendición en la guerra, y fue la primera en entrás a París en su liberación en agosto de 1944.
La película comienza con la caída de Barcelona y la entrada de las primeras tropas franquistas en febrero de 1939, prosigue con el éxodo hacia la frontera francesa y el mal trato recibido por parte de las autoridades francesas, que enclaustraron a la población en campos de concentración durante los siguientes seis meses. Continúa con el establecimiento de una red que ayude a la gente internada a escapar a los campos, y que busca generar grupos de resistencia antifascista o facilitar huidas en Barcelona y el resto de Catlauña, lo cual sufrió también la represión de las autoridades republicanas francesas. Y de ahí a la invasión alemana de Francia en mayo de 1940 y su posterior derrota, lo que lleva a que el Ejército francés pase a ser aliado de Alemania y quienes se habían enrolado para luchar contra Hitler acaben de su lado. Mientras, se organizan los primeros grupos de la resistencia francesa.
El final de la serie es la toma de París y los meses posteriores, en los que crece la actividad del Maquis peninsular, y también las bajas en La 9 según se adentran el Alemania. La serie tiene el mérito además de intentar hacer justicia a las diversas ramas existentes en la Cataluña exiliada: tenemos gente republicana, comunistas, anarquistas y gente en un principio despolitizada, pero a quien los acontecimientos la empujan a la resistencia contra el fascismo. Y hay que decir que no cae en demasiados tópicos y trata el tema de manera bastante bien. La infinidad de temas tremendos que trata son casi infinitos, y no nos da para especificar todos: los primeros grupos armados urbanos contra Franco en Barcelona, el robo de bebés en instituciones eclesiásticas para dárselos a familias del régimen franquista, el papel del mundo del alterne en el espionaje dentro de la Resistencia, nazis partícipes en la Legión Cóndor durante la Guerra Civil con cargos en la ocupación nazi de Francia, las rivalidades entre anarquistas y comunistas y el intento de monopolizar el Maquis por parte de los últimos, el apoyo recibido por izquierdistas franceses para sacar población de la Cataluña ocupada y de los campos de concentración franceses, los piques entre La 9 con los mandos del Ejército de la Francia Libre por querer llevar banderas y distintivos republicanos, las mentirosas promesas que recibieron de que una vez cayeran París y Berlín se atacaría a Franco y se reinstauraría la República… Y muchas otras cosas más que hacen de esta serie material de imprecindible visionado.
Título original: La spirale
Dirección: Armand Matellart, Valérie Mayoux, Jacqueline Meppiel
Guion: Armand Matellart, Valérie Mayoux, Jacqueline Meppiel Fotografía: Étienne Becker Productora: Les Films Molière, Reggane Films, Seuil Audiovisuel País: Francia Año: 1976 Duración: 139 min.
Tres años después del golpe de estado de 1973 en Chile, reporteros y periodistas franceses que estuvieron cubriendo el gobierno de Salvador Allende realizan este interesantísimo documental que analiza el proceso de reorganización y extremización de la derecha chilena hasta llegar al fatídico 11 de septiembre y al final del intento socialista chileno. Una apuesta que contó con la absoluta atención de la izquierda europea, y de ahí que tengamos este documental, ya que su fracaso supuso una conmoción mundial, y entre la izquierda radicalizada francesa post mayo de 1968 el derrocamiento de Allende fue un duro golpe que incluso 50 años después sigue en amplio debate.
El documental nos muestra los fracasos electorales de la derecha en 1970 y sus intentos automáticos de comenzar a conspirar y a realizar acciones terroristas contra el gobierno de la Unión Popular y sus apoyos inmediatamente después de que Allende asumiera la jefatura del gobierno. Entre sus múltiples herramientas, encontraremos las conspiraciones de golpe de estado, los asesinatos políticos de civiles y militares proallendistas, las movilizaciones de los estudiantes de derecha, la huelga promovida por la patronal de transportes para desguarnecer de víveres de primera necesidad Santiago y otras ciudades y así provocar revueltas antigubernamentales, la organización de la milicia ultraderechista paramilitar Patria y libertad, la campaña de intoxicación mediática protagonizada por el diario El Mercurio, o el dinero a raudales que llegaba de los EEUU con el fin de ponerle las cosas complicadas a Allende, lo que incluyó un operativo de la CIA que participó en todo el proceso junto a la derecha y desarrolló, propició, aupó y dio directrices al golpe de estado que terminó con la Unión Popular en el gobierno. Mientras, también veremos las manifestaciones gigantescas a favor de Allende y las declaraciones de éste, reconociendo la falta de poder en determinadas situaciones. La represión contra grupos de izquierda radical y contra la gente pobre de las villas no cesó, instada en muchas ocasiones por mandos policiales que querían tensar la cuerda y provocar disenso entre la izquierda, y en parte también por la propia UP, que no llevaba bien las críticas desde la izquierda. También oiremos a golpistas y fascistas varios justificando sus acciones durante el gobierno allendista y diciendo repugnancias varias.
Muy recomendable, más en estos tiempos en los que los paralelismos entre un proceso histórico y otro salen solos.
Título original: De Palestijnen
Dirección: Johan van der Keuken Música: Willem Breuker Fotografía: Johan van der Keuken País: Holanda Año: 1975 Duración: 45 min.
Un equipo holandés rodó este interesantísimo documental en los campos de refugiados de la población palestina en el Líbano a mediados de los años 70. Tras las diversas diásporas provocadas por Israel en 1948 y 1967 en las que cientos de miles de habitantes de la región huyeron de sus casas -en algunos casos huyeron dos veces, en las dos grandes anexiones- si no quería vivir bajo un régimen racista y teocrático en el que por ser de origen palestino y/o árabes sufrirían todo tipo de vejaciones y maltrato, un número bastante considerable recaló en el país vecino por el norte, el Líbano, pasando a vivir en gigantescos campamentos construidos improvisadamente y poblados por personas que soñaban con volver a su patria palestina. Sueños que transmitieron a las generaciones que nacieron ya en los campos: en el documental veremos clases en las que se instruye en historia palestina, y también en formación militar frente a la posibilidad real de tener que autodefenderse.
Esto último, aunque nos podría resultar impactante, tenía lugar fruto de los crímenes contra la humanidad cometidos por parte de Israel a su paso colonizador por el territorio otrora palestino, y por los ataques esporádicos realizados por Israel contra la frontera libanesa y los campos de refugiados. Pero también por el rechazo que los campos de refugiados provocaron en el propio Líbano, un país de mayoría levemente cristiana hasta que llegó todo ese contingente de refugiados. El cristianismo ya llevaba décadas radicalizadándose, desde que en 1936 se fundó la ultracatólica Falange Libanesa, a imagen y semejanza de la española, y los hostigamientos por parte de falangistas y otro sectores antipalestinos se fueron recrudeciendo hasta que en 1982 estalló una guerra civil en el Líbano entre ambos sectores. Israel, como es obvio, apoyó a la ultraderecha cristinaa libanesa porque servía mejor a sus intereses geopolíticos, y ahí varios de los campos que vemos en el documental fueron arrasados y su población masacrada.
En resumen, un buen documento de la resistencia histórica palestina, que nos hace recordar que la guerra no empezó el pasado 7 de octubre como ciertas voces que no merecerían hacer uso de palabra nos intentan convencer, sino que viene de largo, así como la propia resistencia palestina.
A día de hoy es imposible ver esta película sin tener en cuenta queJūzō Itami, su director, fue asesinado por la Yakuza por hacer películas como ésta, en especial por ésta, que le hizo perder probablemente millones y millones de yenes a la más conocida mafia japonesa. Lejos del aspecto de honorabilidad, lealtad y defensa de la gente débil, como nos narran películas, novelas y videojuego, la Yakuza es una organización que se nutre de la extorsión a gente de cualquier clase social, y que tiene conocidos vínculos con el sintoísmo -la ultraderechista ideología imperial japonesa, oficial en Japón durante la Segunda Guerra Mundial- y con grandes partes del estado japonés, lo cual ha permitido su desarrollo y auge desde mediados del siglo XX, haciéndose con sectores que el estado japonés dejó de monopolizar tras su derrota en 1945.
Esta película nos detalla con un nivel de precisión muy alto las tácticas de extorsión de la Yakuza, de diverso tipo y adecuadas a cada situación. La película se desarrolla principalmente en un hotel que la Yakuza ha elegido para llevar a cabo sus operaciones de prestamismo, amenazas y chantajes. Cuando se plantea una reunión de gran relevancia internacional en el mismo, la dirección nombra a varios trabajadores para que expulsen o minimicen la presencia Yakuza, hecho que aprovechan los mafiosos para comenzar una campaña de extorsión contra el propio hotel. Cuando la cosa comienza a irse de madre, el hotel contrata una abogada experta en extorsiones de los Yakuza para poder maniobrar con una situación que según avanza la película escala hasta niveles insospechados.
La película no sólo nos narra una diversidad infinita de tácticas y maniobras de la Yakuza para llevar a cabo sus negocios, sino que también explica formas de sortear y sobreponerse a esas tácticas, y lanza mensajes empoderantes a la audiencia para que no se dejen ningunear por esta gente.
Arthur, soldado inglés ejemplar, voluntario en 1914, único superviviente de todo un batallón y muy querido por toda la tropa, tras tres años en el frente se enfrenta a un consejo de guerra por desertor, tras huir de las líneas defensivas hacia la retaguardia. En mitad de las trincheras se prepara un tribunal compuesto de oficiales, y se nombra como abogado defensor a otro oficial, que se prepara concienzudamente la defensa para evitar el fusilamiento.
La película trata la mella que hace la guerra entre sus combatientes, el impacto psicológico y en especial la implacabilidad de las personalidades de autoridad referencial en el frente: los tribunales militares, la oficialidad, el psicólogo, el resto de soldados… Veremos un sistema judicial de poca monta y completamente deshumanizado, que en mitad de una masacre generalizada que ha provocado claros traumas en nuestro protagonista, es incapaz de sentir empatía o ver más allá de la obediencia debida a Su Majestad, a la oficialidad y de cumplir siempre con un deber omnipresente independientemente de cualquier circunstancia.
Mientras de desarrolla el film, no dejamos de ver suciedad, barro, gente hecha polvo, escuchamos sonidos de artillería y de disparos, hay un alcoholismo generalizado, un sentimiento de dejar pasar los acontecimientos y acatar órdenes aunque todo sea gravemente injusto… En resumen, una interesante pieza antibelicista que reflexiona sobre la jerarquía de mando, las órdenes, la salud mental y el sentido de la guerra. Recomendable.
Fruto del colonialismo inglés en la isla y la apropiación del trigo local, una hambruna se extendió por toda Irlanda en los años 40 del siglo XIX y la salida para gran parte de su población fue la emigración. EEUU en ese momento necesitaba trabajadores y mano de obra barata y explotable, y también necesitaba efectivos para la venidera conquista de su oeste, por entonces mayoritariamente aún en poder de México fruto de la antigua colonización española y la posteriori independencia del país. La población irlandesa emigrada fue tratada como basura en los empleos y en el ejército, se les acusó de robar el trabajo a la población cien o doscientos años como mucho más autóctona que ellos -trabajo, además, que no querían desempeñar y por ello se lo dejaban a la gente irlandesa, vamos, como ahora pero con otros pueblos migrantes- y además caía sobre ellos el estigma de ser población católica en un estado constituido sobre la base del protestantismo. En el caso del ejército destinado a la tensa frontera con México, el estigma aumentaba al compartir credo soldados migrantes irlandeses con los mexicanos que pretendían colonizar y a quienes combatían, primero en incursiones desorganizadas protagonizadas por bandoleros, y más tarde con la guerra ya declarada contra México para conquistar el territorio otrora mexicano que actualmente pertenece a los EEUU.
Las vejaciones, torturas y abusos de todo tipo cristalizaron en deserciones masivas de irlandeses del ejército estadounidense hacia el bando mexicano, donde se les prometían tierras tras la guerra y donde se les respetaba mucho más. Así se constituyó el batallón San Patricio, en honor al patrón de Irlanda, pasando a ser conocidos estos soldados como “los sanpatricios”. Teniendo en cuenta cuál fue el resultado de dicha guerra, es fácil augurar cuál fue su destino, pero al ser una historia tan poco conocida en esta parte del mundo, lo dejamos aquí para no entrar en spoilers.
La película narra con mucho acierto todo esto: el racismo, los malos tratos, el proceso de cambio de bando, cómo se vive si lo hacen soldados u oficiales, la relación con las autoridades militares -recordemos que en este momento el jefe del estado era el general Santana, un militar autoritario que terminó autoerigiéndose como emperador- las peleas internas dentro de México entre federalistas y centralistas, el desarrollo de la guerra, las disputas con bandoleros, los crímenes de guerra… Todo bastante bien contado, de manera muy amena y reproduciendo con bastante acierto el contexto político, social y económico de la guerra. También hay un duelo de machos por una dama, cosa que nos provoca bostezos pero podemos achacar a imposiciones al guion en el cine comercial. No todo lo que sale en la película está historiográficamente demostrado, pero tiene bastante sentido. El destino de los protagonistas, así como la adhesión al batallón de católicos no irlandeses (principalmente alemanes) es verdadero. A raíz de la película se pudo saber el destino del superviviente del batallón, que no revelaremos para no hacer spoiler, ya que cuando se rodó el film no se sabía qué había sido de él: murió en Veracruz en 1850, dos años después del final de la guerra.