Título original: Die Mahnung / Preduprezhdenieto / Preduprezhdenie
Dirección: Juan Antonio Bardem
Guion: Juan Antonio Bardem, Lyuben Stanev
Música: Kiril Tsibulka
Fotografía: Plamen Vagenshtain
Reparto: Peter Gyurov, Nevena Kokanova, Asen Kisimov, Boris Lukanov, Jürgen Christoph Kamcke, Lutz Riemann, Willi Schrade, Ursula Amberger, Karl Heinz Oppel, Gavril Tzonkov, Asen Dimitrov, Alexander Lilov, Dobromir Manev, Anya Pencheva, Ana Delibasheva
Productora: Coproducción Bulgaria-Alemania del Este (RDA)-Unión Soviética (URSS)-Hungría; Bulgarofilm, Boyana Film, MAFILM Stúdió 3, Deutsche Film (DEFA)
País: Bulgaria
Año: 1982
Duración: 157 min.
En febrero de 1933 el Reichstag, nombre que recibe el parlamento alemán, ardió oportunamente para beneficio de un Partido Nazi que llevaba tres semanas en el gobierno y no ocultaba sus aspiraciones de gobernar precindiendo de él. Para cumplir dos objetivos a la vez, se culpó al Partido Comunista de organizar el incendio, ya que era su principal fuerza opositora. Marinus van der Lubbe, un antiguo militante del Partido Comunista Holandés que mostraba evidentes signos de neurodivergencia, fue instrumentalizado para que cargara él sólo con la culpa material, a pesar de que en el propio juicio quedó demostrado que era imposible que aquello lo llevara a cabo una única persona. Y los autores intelectuales fueron cuatro comunistas delatados por el propietario de un bar, entre ellos el mismísimo Georgiy Dimitrov, presidente por entonces de la III Internacional Comunista.
La película nos narra su vida, centrada principalmente en la organización del congreso antifascista de la Internacional de 1931, que, como dice la película, pretendía ser una advertencia para los fascismos por venir de que se iban a encontrar con un proletariado organizado dispuesto a combatirles. Dimitrov vio desde antes que el resto de la Komintern, y en especial antes que la URSS, el peligro que demostraban estos regímenes, minusvalorados como una forma más de capitalismo por la mayoría de correligionarios suyos hasta bien entrada la década de los años 30. En la película vemos cómo intenta llegar a pactos con el Partido Socialdemócrata Alemán. Y es que habían estado años a la greña comunistas y socialdemócratas, los primeros con una política sectaria y autorreferencial que llegaban a colocar a sus rivales dentro del marxismo como el peor enemigo de todos, peor que el capitalismo o sus criaturas nazis, y los segundos manteniendo el estado alemán, reprimiendo a sangre y fuego a comunistas, anarquistas y quien se cruzara, asesinando a sangre fría a miles de obreros y a les fundadores del propio partido comunista, y llegando a criminalizar y renegar de sus propias bases si llegaban a pactos locales con el sector comunista o se organizaban de manera armada para defenderse de los ataques nazis. Con este panorama no es de extrañar el auge del Partido Nazi hasta que pararlo era extremadamente complicado, y no pudo hacerse. No sería hasta 1936 cuando la Komintern decide colocar el antifascismo como prioritarísimo en su agenda, haciendo un llamamiento a amplias coaliciones electorales incluso con el sector izquierdista de la burguesía.
La otra gran narración de la película es el proceso judicial, en el que Dimitrov asumió su propia defensa. Sus soflamas fueron internacionalmente seguidas, escandalosamente publicadas en toda la prensa alemana -y manipuladas en la mayor parte de los diarios, pues los no alineados con el nuevo régimen habían sido atacados, cancelados o ilegalizados por comunistas, lo fueran o no- y provocaban la ira del juez presidente de la sala y de todo el Partido Nazi. Llegó a interrogar en calidad de abogado defensor al propio Hermann Göring, de quien se sospechaba que había sido el organizador del incendio del Reichstag, dato que terminaría corroborado por confesiones reiteradas que hizo años después a un gran número de correligionarios.
Dos horas y media que se pasan bien rápido si te gustan las películas que reproducen esta parte de la historia con realismo y originalidad. En este caso de la mano del mismísimo Juan Antonio Bardem, contratado por la URSS para dirigir este film. Ello implica que quizás las autocríticas hacia la Internacional no sean tan duras como merecerían ser, al fin y al cabo en los años treinta estaba Stalin al mando, y cuando se rodó la película aún vivía Brezhnev, su más fiel admirador de entre todos los secretarios generales del Partido Comunista de la Unión Soviética que le siguieron tras su muerte. Aún así, muy recomendable.
Completa en Youtube y en nuestro archivo.