Título original: A Tanú
Dirección: Péter Bacsó
Guion: Péter Bacsó, János Ujhelyi
Música: Szabolcs Fényes, György Vukán
Fotografía: János Zsombolyai
Reparto: Ferenc Kállai, Lajos Öze, Béla Both, Zoltán Fábri, Lili Monori, Károly Bicskey, György Kézdi, József Horváth, Róbert Rátonyi
Productora: Mafilm 1 Játékfilmstúdió
País: Hungría
Año: 1969
Duración: 105 min.
La película se ambienta en Hungría en 1949, durante el período de la instauración de los regímenes socialistas en el este de Europa en un contexto de férreo control autoritario y del estalinismo como fuerza hegemónica en los partidos comunistas, y en concreto bajo al acérrimo estalinista de Mátyás Rákosi como secretario general. József Pelikán es un trabajador encargado de medir las crecidas del río Danubio, y también veterano miembro del Partido Comunista Húngaro. En el contexto de las hambrunas de posguerra y las requisas por parte del estado, esconde una cerda para poder dar de comer a su numerosa familia. Pero la jugada le sale mal y es sorprendido. Un ministro del gobierno se apiada de él y lo usa para diversos experimentos políticos a cada cual más rocambolesco, que nos van retratando el paisaje político del momento y la gran cantidad de absurdeces que pueden llegar a cometerse en contextos de autoritarismo, burocratismo y obediencias ciegas a cargos superiores.
Aunque podrían usarla anticomunistas habituales para zaherir las propuestas de Marx, lo cierto es que la película se realizó en 1969, cuando Hungría seguía bajo un gobierno socialista. Los años 60 en el cine del este europeo supusieron una gran cantidad de películas que miraron con un gran ojo crítico el período estalinista, aupadas por la propia desestalinización decretada en la URSS tras la asunción como secretario del Partido a Jruschev, que comportó la dimisión del propio Rákosi. Ello no impidió que la película estuviera prohibiera en el país durante más de una década, hasta que los vientos volvieron a cambiar y Bezhnev, seguidor del modelo de Stalin, terminó sus días como máximo mandatario de la URSS en 1980.
Más que una crítica al comunismo como tal, es una crítica al estalinismo y a su modelo político, enormemente represivo, ultrajerárquico y chauvinista en cada estado-nación pese al internacionalismo propio del marxismo. El mayor ejemplo es el que da título al largometraje: el ministro le acaba incitando y finalmente obligando a declarar contra un viejo amigo e histórico militante comunista ahora acusado de traidor, como fue habitual en las purgas estalinistas de los años 30 en la URSS y en esta época histórica entre los partidos comunistas de los nuevos estados socialistas. La película nos hace una comparativa permanente con el fascismo, teniendo que compartir celda comunistas acérrimos con fascistas que los torturaron durante la guerra mundial, o incluso verlos en contextos de legitimación social por poder ser usados por el nuevo estado socialista. Del mismo modo, veremos cómo estos juegos de poder se llevaban a cabo mientras la población vivía penurias y enormes problemas ya que se le daba un peso mayor a las pugnas internas que a resolver las necesidad verdaderas.
En resumen, una sátira de gran calidad política, con momentos humorísticos inolvidables. De visionado más que recomendable.


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