Título original: Athena
Dirección: Romain Gavras
Guion: Romain Gavras, Ladj Ly, Elias Belkeddar
Música: Surkin
Fotografía: Mathias Boucard
Reparto: Dali Benssalah, Alexis Manenti, Anthony Bajon, Karim Lasmi, Ouassini Embarek, Radostina Rogliano, Mehdi Abdelhakmi, Tarek Haddaji, Sami Slimane, Guy Donald Koukissa
Productora: Iconoclast
País: Francia
Año: 2022
Duración: 99 min.
Un vídeo se viraliza en Francia en el que se ve a unos hombres vestidos de policías dándole una paliza a un adolescente argelino de la que no sobrevive. Es la chispa que enciende la llama de una revuelta gigantesca en los ghetos franceses, protagonizada principalmente por la comunidad árabe. Athena es uno de esos distritos marginales, conocidos en Francia como banlieue, en este caso una conurbación ficticia de París cuyo origen, como el de la gran mayoría de estos, es alojar en bloques altos, separados del resto y bajo unas condiciones estructurales lamentables a las familias que migraban de las excolonias francesas en los sesenta y setenta, que ha provocado a día de hoy una segregación social que tiene pocos homólogos en la Europa actual.
La primera mitad de la película es básicamente espectacular, y nos coloca en una situación muy tensa y muy real al describir una revuelta en una de estas banlieues: un grupo de jóvenes asalta una comisaría y roba material antidisturbios a la vez que la prende fuego. Y lo hace en mitad de una rueda de prensa apagafuegos en la que la policía coloca a uno de los hermanos del asesinado, militar recién llegado de Mali -donde durante años Francia ha estado reprimiendo protestas anticoloniales que buscaban excluirla del expolio de materiales primas que lleva décadas haciendo en el país, hasta que recientemente por fin ha sido expulsada- y miembro de la comunidad musulmana del edificio. Mientras llama a la calma, un cóctel molotov impacta en la puerta de la comisaría y empieza el asalto, lo cual es la señal para iniciar el asalto, con todas las cámaras delante y dando el mensaje de que no todo el mundo está dispuesto a mantener la calma.
Además, uno de los que participa en el asalto es también hermano del joven asesinado. Y hay un tercer hermano que es uno de los que dirige la venta de drogas en el barrio, y está indignado con la revuelta porque le jode el negocio y daña sus estrechos vínculos con la brigada criminal de la policía, a la que tiene más que untada. Cada hermano representa una postura dentro de los ghettos raciales franceses: Karim es la lucha contra la policía y el régimen que les condena a vidas de miseria y a sufrir periódicamente violencial y asesinatos de su parte; Abdel reproduce el papel de apagafuegos que poseen muchas asociaciones musulmanas de los ghetos, a menudos beneficiadas por subvenciones de la administración y que tienen contacto directo con las fuerzas represivas, sirviendo como dique de contención de las revueltas -este tema ya aparece muy bien explicado en Los Miserables (Ladj Ly, 2019)-, además de que es militar y colabora estrechamente con la policía; y Mokhtar, que defiende únicamente sus intereses económicos, le importa una mierda que la droga que vende esté matando a su vecindario, y aunque comparte con él sus orígenes raciales y culturales, sus acciones benefician más a quienes invaden su barrio y asesinan y golpean a su población. Como el narcotráfico en general, vamos.
Junto a todo esto, salen otros temas igual de esenciales: el papel intoxicador de los medios de comunicación, que se dedican a quitarle peso al asesinato para beneficiar a la policía y a justificar sus intervenciones contra la población sublevada; el fantasma permanente de la ultraderecha que pretende asustar a la población sublevada para que deje de quemar cosas, porque esto la beneficiará, la alentará y luego será peor; la marginalidad a la que son relegados en estos barrios por parte de todo el mundo los yihadistas, el eterno papel represivo de la policía y su incapacidad por resolver los conflictos de una forma diferente al asalto militar…
Además, el rodaje es frenético, los largos planos secuencia son loquísimos y las escenas de disturbios son pura pornografía de revuelta, con cohetes lloviendo todo el tiempo y policías sufriendo las consecuencias de sus actos. No obstante, el trato de algunas situaciones no nos ha gustado mucho, y hacia la segunda mitad la historia se enrevesa, se torna confusa y hay un giro de los acontecimientos que es muy interesante, pero que se desarrolla de una manera algo extraña. No obstante, muchos de los mensajes citados anteriormente quedan bastante expuestos a pesar de esto. Muy recomendable de ver.
ALERTA SPOILER SI SIGUES LEYENDO
Normalmente no avanzamos hasta el final de la película en ese blog, pero en este caso nos ha parecido que era necesario. Durante toda la película escuchamos que la policía dice que ha sido un grupo de extrema derecha, y como es lógico nadie se lo cree, ni protagonistas ni audiencia, puesto que las personas de los banlieues de la vida real ni gran parte del público cree a la policía ni a los medios de comunicación, se conocen bastante los vínculos entre ultraderecha y policía, y la estrategia de usar al neonazismo como forma de desmovilización está a la orden del día en la Europa de los últimos cincuenta años. Pero en los últimos minutos del film, en una especie de epílogo, vemos cómo en realidad los asesinos del joven son unos nazis disfrazados de policía.
Le hemos dado muchas vueltas a este final y aún no tenemos conclusión. De primeras no nos gustó, aunque tememos que no nos guste porque necesitemos películas rígidas con cada personaje en su sitio y ultraestereotipadas, y nos encanta que la policía quede reflejada en el cine como la basura que es, y nos deprime cualquier concesión que se le dé, porque estas representaciones nos afectan luego en el día a día de nuestras vidas, en especial a quienes pertenecen a sectores habitualmente acosados por gentes de uniforme. Pero la verdad es que no es sólo esto: es un final que no se corresponde con la realidad francesa de los últimos años, en los que desde que en 2017 se aprobó una ley que permite a la policía disparar en caso de huida, ha habido unos 20 asesinatos de jóvenes racializados, y varios de ellos grabados por gente que estaba en la zona. Ninguno ha sido por parte de la ultraderecha para culpar a la policía, porque básicamente no es necesario: si es cierto que tienen una agenda de tensión, como la han intentado imponer durante la última revuelta, no necesitan cometer ellos los asesinatos, ya lo hacen encantados los policías, que muchas veces comparten ideología fascista.
Por todo esto, no nos gusta este final tan “disruptivo”, por ponerle una palabra: bien es cierto que nos deja la reflexión de que las cosas en Francia son tales que nadie cree ni a policía ni a poder mediático aunque estén diciendo la verdad, también puede suponer invalidar toda la lucha que aparece en el film y llevar a la conclusión de que la policía no era tan mala porque decía la verdad. Nos resuelta bastante impactante que acabe así una película estrenada en 2022, cuando parte de esas dos decenas de asesinatos se habían cometido, además de los otros tantos que llevan provocando revueltas en las banlieue desde los años ochenta, incluso antes en otros barrios (como la masacre de ciudadanos de origen argelino en el Barrio Latino en 1961, o un año después frente al metro de Charonne, ambas en París y a manos de la policía). La película se rueda con el asesinato de Adama Traoré ya ocurrido en 2016, con las gigantescas movilizaciones que ha seguido habiendo en los siguientes años y que se han permeado con otras movilizaciones por asesinatos policiales de gente racializada -como la última de Nahel, ocurrida tres semanas antes del séptimo aniversario del asesinato de Adama Traoré- o con lo chalecos amarillos y otros movimientos sociales francesas. Este crimen también provocó una ola de revueltas históricas en el país galo, y tras la gigantesca revuelta un año después por el asesinato de Nahel, a raíz de un vídeo donde policías matan a un joven racializado, sentando unas similitudes impresionantes con el film, vemos cómo este final ha envejecido muy mal.
No obstante, a pesar de toda esta crítica, nos sigue pareciendo recomendable y digna de ver.