Título original: Frederica Montseny, la dona que parla
Dirección: Laura Mañá
Guión: Mireia Llinàs, Rafa Russo
Música: Vanessa Garde
Fotografía: Beatriz Sastre
Reparto: Màrcia Cisteró, Emilio Gutiérrez Caba, Iván Benet, David Bages, Miquel Gelabert, Òscar Muñoz, Candela Moreno, Pep Ambròs, Marc Almodovar, David Bages, Iván Benet, Óscar Bosch, Alberto Castrillo Ferrer
Productora: Distinto Films, À Punt Media, IVAC, TV3, Crea SGR, Generalitat de Catalunya – Departament de Cultura, Institut Valencià de Cultura, Voramar Films
País: Reino de España
Año: 2021
Duración: 85 min.
Ya lo hemos dicho en más entradas: nos repatea demasiado que las películas describan hechos históricos dándole una patada a la nutrida documentación que hay sobre ellos. Y esta película, aunque en esencia describe los acontencimientos con bastante certeza, lo hace habitualmente. La intervención de la CNT en el gobierno de la República durante la Guerra Civil tuvo muchos más claros y oscuros de lo que aparece en el largometraje, fue mucho menos acogida por la CNT y generó muchos más problemas de lo que aparenta el film. La intervención de Montseny y García Oliver en mayo de 1937 para parar la insurrección obtuvo mucho más oposición en las filas libertarias de la que podría deducirse por las escenas al respecto. Y, por favor, ¡el POUM no era trotskista! ¿Cuántos libros más tenían que haber escrito los supervivientes de este partido en la posguerra europea para que en nuestra época ya tuviéramos claro que el POUM no tenía buen trato con Trotsky y no estaba adscrito a la IV Internacional?
Cuando vemos una película histórica, hay que tener en cuenta siempre que la historia se hace desde el presente, ya sea de manera artística o historiográfica. En materia de género, esta película muestra a una Frederica Montseny como una mujer feminista -no lo dice claramente, que conste- avanzada para su época, que se impuso a un mundo de hombres, tanto dentro del anarquismo como en un gobierno burgués de un estado patriarcal, y que propulsó medidas que el feminismo acogería en las décadas posteriores. Y en parte es cierto. Pero en parte no: Montseny se opuso desde las páginas de La Revista Blanca, quincenal que dirigía -el cual se obvia durante la película- al avance del feminismo y al feminismo en sí mismo, tachándolo de burgués y reformista, contradiciendo los artículos de su propia madre unos años antes en la misma revista. Era ministra de Sanidad y Asistencia Social, no de Sanidad a secas. Lo cual implicó que tuviera dos subsecretarías: Sanidad y Asistencia Social. Y si bien es cierto que sonó el nombre del doctor Marañón por ahí para subsecretario de sanidad y que finalmente no fue elegido, no es cierto que eligiera a una mujer. Sí eligió a una mujer como subsecretaria de Asistencia Social: a Amparo Poch, una de las fundadoras de la organización Mujeres Libres, que entendemos que es la que aparece en la película. Pero el subsecretario de Sanidad era un hombre, Félix Martí Ibáñez, médico naturista ácrata que no sólo se encargó de las medidas respecto al aborto y los liberatorios de prostitución, resaltados en la película, sino que también propuso sanatorios para curar homosexuales, algo no demasiado agradable para nuestra época. Y los liberatorios, por muy criticados que pudieran ser por ciertos sectores más retrógrados, tampoco es que siempre fueran favorables para las prostitutas.
Sin embargo, en este blog tenemos fama de haters y no faltaría razón, pero hay que rescatar los elementos verídicos de la película: la Revolución se saboteó desde las filas del PCE y los sectores más prosoviéticos del PSOE, que en ningún momento dejaron de estar haciéndole el juego a la Unión Soviética. Algo a lo que sin duda, por otra parte, condenaron a la República Francia e Inglaterra al negarle ayuda y dedicarse a boicotear la ayuda de otros países europeos. Desconocemos la relación entre Montseny y Largo Caballero, pero no cabría duda de que alguna simpatía se tendrían, a pesar del funesto papel del ministro socialista durante el primer bienio republicano: Largo Caballero y el sector más radical del PSOE también querían mantener la obra revolucionaria protagonizada por las bases de la CNT, el POUM y buena parte del resto de grupos marxistas desde julio de 1936, y era plenamente consciente de que estalinistas y socialdemócratas no estaban por la labor. Sin embargo, tampoco nos ha gustado el regusto anticomunista que la película tiene por momentos: PCE y PSOE no fueron un frente único, muchas de sus bases se manifestaron a favor de la revolución y en contra de la represión desatada tras mayo de 1937 sobre anarquistas y poumistas. Y el propio comunismo estaba dividido: el POUM también era un partido comunista, mayoritario en Cataluña que el PCE hasta los primeros día de la guerra, cuando PCE y PSOE se fusionaron en la zona.
Es entendible que Montseny sea revindicada en nuestra época: una mujer anarquista ministra en la Europa de los años treinta no deja de llamar la atención. Es una época de auge del feminismo, de polarización social y de mirada al pasado para rescatar algunas prácticas que den respuestas a problemas actuales. Y el anarquismo ha hecho durante toda su historia, en especial en estos años, propuestas que jamás han sido aplicadas a gran escala y a largo plazo, salvo un poco en este período de tiempo. Sin embargo, la vida de Montseny continuó 50 años más de donde la deja la película. En ese tiempo, Montseny y su compañero Germinal Esgleas llevaron a cabo purgas internas permanentes en la CNT de Toulouse que conllevaron expulsiones por doquier durante décadas. La vuelta de Montseny a dar mítines desde 1977 dejó entrevistas rancias donde opinaba contra las feministas, los grupos de homosexuales, los ecologistas y prácticamente cualquier expresión anarquista que se saliera de la línea ortodoxa que llevaban de lo que era y debía ser la CNT. Desde el exterior se censuró atacó, golpeó e incluso amenazó a punta de pistola a integrantes de sindicatos de la CNT interna por esta razón. La idolatría nunca fue una buena alternativa política.
Y pese a toda esta diatriba, desde este blog no queremos desalentar a nuestres lectores a su visionado: es entretenida, la ambientación es impecable, y debe ser una de las pocas películas en hablar abiertamente de la revolución social que tuvo lugar en la guerra civil. Recomendable.
Disponible en la página de la CCMA.