Título original: Der Einstein des Sex
Dirección: Rosa von Praunheim
Guión: Chris Kraus, Valentin Passoni, Rosa von Praunheim, Friedel von Wangenheim
Música: Karl-Ernst Sasse
Fotografía: Elfi Mikesch
Reparto: Friedel von Wangenheim, Ben Becker, Wolfgang Völz, Otto Sander, Meret Becker, Monika Hansen, Gerd Lukas Storzer, Olaf Drauschke, Gerry Wolff, Christa Pasemann, Peter Ehrlich, Andreas Niederau-Kaiser, Angelika Mann, Sven Gerhardt, Kai Schumann
Productora: Argos Film Produktie / Arte / Hessischer Rundfunk / Rosa von Praunheim Filmproduktion / Studio Babelsberg / VPRO Television
País: Alemania
Año: 1999
Duración: 100 min.
Magnus Hirschfeld, tal y como se propuso, consiguió ligar su nombre con la historia de la Ciencia Sexual. Él fue indudablemente el percusor científico, así como una cara pública a nivel internacional, y desde finales del siglo XIX hasta la llegada del nazismo en 1933 articuló el Comité Científico Humanitario (CCH), uno de los primeros colectivos pro-liberación sexual de la historia, y el Instituto de Sexología, que pasó a atender y a estudiar situaciones sexuales de todo tipo entre 1919 y 1933.
La película ensalza quizás demasiado la figura del doctor alemán, criticándolo quizás por ser en su vida personal afectivo-sexual poco coherente con lo que defendía, tratando en ocasiones con desdén a sus allegados. Sin embargo, y sin querer quitarle sus méritos, Hirschfeld apoyó la patologización de la homosexualidad como estrategia para abolir el párrafo 175, que penalizaba la homosexualidad en el II Reich y en la República de Weimar. El movimiento que fundó se vio habitualmente lastrado por el pensamiento científico, que no terminaba de deshacerse de la moral sexual vigente. Antes incluso del CCH, el intelectual anarcoindividualista Adolf Brandt había creado la revista Der Eigenen, apostando por una visión defensora de la homosexualidad masculina como algo positivo, independientemente de la ciencia médica. En la película, Brandt aparece como un furibundo misógino antisemita que desprecia el travestismo y la pluma, quedando Hirschfeld como el defensor de todo lo contrario. Esto no era así del todo. Durante la República de Weimar, Der Eigenen se convirtió en un colectivo que precisamente pasó a defender la identidad gay, lesbiana y travesti, y por ende su pluma, y apostando por una lucha en la calle frente a la fallida lucha institucional que emprendió el CCH. Eso atrajo al colectivo, por ejemplo, a travestis hartas de la patologización de las posturas del CCH. La película obvia la existencia de Brand a partir de la Gran Guerra, lo cual está bastante feo.
No sólo obvia a Brandt, sino que obvia toda la tremenda politización existente en este período. Hirschfeld participó en la Revolución de noviembre del 18 junto al Partido SocialDemócrata, quienes, efectivamente, le habían ayudado en el siglo anterior a intentar derogar el párrafo 175. Ni se menciona al Partido Comunista, uno los principales apoyos del CCH en el Reichstag. Multitud de militantes del CCH lo eran también de estos dos partidos, algunos incluso estaban integrados en los escuadrones callejeros que hacían frente a las S.A. nazis en los barrios alemanes. Presentar hechos politizados del pasado como algo más despolitizado en una época de supuesta paz social como la nuestra puede ser tentador, pero lo que es del todo inexplicable en la ausencia de menciones a la Liga Mundial por la Reforma Sexual, iniciada en los años 20′ bajo el gran esfuerzo de Hirschfeld y otros, que hasta los años 30 tuvo un papel internacional fundamental en la reformulación de las teorías médicas sobre sexualidad, triunfando en gran medida los postulados del protagonista de la peli.
Hay otros fallos más en la película que no eran precisos, aunque quizás facilitan la linealidad del guión. No hace falta entrar tan en detalle, simplemente queda por apuntillar, como más de una vez se hace en este blog, que el cine histórico es estupendo y valorable, pero tampoco hay que creerse todo lo que aparece en él como verdad absoluta. En resumen, y después de este tochazo, la película es muy recomendable, con el mérito de presentar una ambientación de la Alemania de entonces impecable, recrear las teorías sobre sexualidad del momento, visibilizar el ambiente de entonces, incluir otras identidades más allá de la gay masculina, y por haber homenajeado a alguien que, con sus luces y sus sombras, era meritorio de ello.
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