Título original: Der Goldene Handschuh
Dirección: Fatih Akin
Guión: Fatih Akin
Música: FM Einheit
Fotografía: Rainer Klausmann
Reparto: Jonas Dassler, Margarete Tiesel, Katja Studt, Martina Eitner-Acheampong, Hark Bohm, Jessica Kosmalla, Tilla Kratochwil, Uwe Rohde, Marc Hosemann, Philipp Baltus, Dirk Böhling, Lars Nagel, Adam Bousdoukos, Tristan Göbel, Victoria Trauttmansdorff
Productora: Coproducción Alemania-Francia; Bombero International, Warner Bros.
País: Alemania
Año: 2019
Duración: 110 min.
Fritz Honka asesinó entre 1970 y 1974 a cuatro prostitutas del barrio de Sankt Pauli de Hamburgo, por entonces perteneciente a la República Federal Alemana. Lejos del morbo del caso, la película se esfuerza notoriamente por mostrar la vida cotidiana y el contexto de Fritz, no sólo a nivel familiar, personal o físico, que ya tenía un bagaje bastante concreto, sino el contexto social en el que se desarrolla: espacios sórdidos donde el alcoholismo y sus consecuencias son la única forma de socializar.
Nos ha costado decidir si reseñar esta película o no, porque en cuestiones de género es extremadamente sórdida: hay violaciones y asesinatos crudísimos, las escenas son muy desagradables, el ritmo es escalonado y la violencia verbal está más presente que cualquier otro registro comunicativo humano. Pero era históricamente inevitable: estamos probablemente ante una de las mejores películas de la historia en retratar el alcoholismo social. La película se desarrolla principalmente en dos escenarios: el piso de Honka y el bar donde socializa. De hecho, la película en alemán se llama como el nombre del bar, no como la han traducido al castellano. En este bar confluyen alegremente todos los tipos de lumpen-proletariado que podría tipificar el marxismo: bajo funcionariado, prostitutas entradas en años, ex-combatientes de las Waffen-SS… todo el mundo unido bajo la desesperanza del alcohol como forma de soportar sus vidas. El ambiente del alcoholismo está excelente representado en el bar: decoración horrenda, suciedad, gente con expresiones descompuestas, tristeza, humo de tabaco, soledad y ausencia de porvenir. No abren las cortinas para que no entre luz, pues es un local abierto las 24h, y eso hace perder la noción del tiempo a sus moradores (vaya, como las actuales casas de apuestas, qué cosas, ¿eh?) y genera que moren y dejen más talegos en el bar que en caso contrario. Alguien puede morir en la barra y no darse nadie cuenta hasta que huela, como cuenta que casi pasó en una ocasión el camarero. De hecho, las cuatro prostitutas muertas nunca fueron reclamadas por familiares ni amigos, lo cual dice bastante de muchas cosas.
En resumen, una crónica impecable de los submundos de la Alemania capitalista de los 70′, para nada recomendable para personas con traumas relacionados con violaciones o violencia machista, pero muy recomendable por contextualización social, su brutal recreación histórica y por situar el alcohol sobre la mesa como uno de los problemas más graves del mundo occidental civilizado.