Una madre originaria de Hegoalde que vive en Iparralde cruza el Bidasoa con sus hijes para pasar el verano en la casa de su madre. Desde las primeras secuencias no se oculta que hay diversos problemas familiares alrededor de diversa gravedad, pero de entre todos la película sitúa el foco en una de sus hijes, que se siente mal y que quiere ser tratada en femenino y con un nombre diferente al que le pusieron. La película trata el tema con mucho mimo, exponiéndolo gradualmente y sin minusvalorar que las vidas son más completas y no es la única cuestión que genera tensión en la familia, como pasa en muchas otras películas que tratan las infancias trans. Vemos un arco de personajes muy variado en relación a la identidad trans de la niña, con reacciones que varían desde la aceptación rápida, la incomprensión, la ignorancia, el rechazo…
Esta comedia nos coloca en la vida de Jacinto, un torero independentista catalán que se siente discriminado por ser catalán y no ser llamado para torear. Además, va cosechando pasiones sexuales a su alrededor, a menudo fetichizándolo como torero. Bajo este argumento, la película nos muestra una cosmogonía llena de contradicciones, en la cual confluyen animalismo, movimientos catalanistas, feminismo, trabajo sexual, persecución policial y corrupciones políticas. Las críticas al Partido Socialista, recién llegado a las instituciones del estado, son muy duras, situando a sus dirigentes como unos apalancados ya alejados de la necesidades reales de la sociedad que sólo piensan en su salario y en cómo promocionar (vamos, lo que ocurrió en la realidad). El feminismo es un tema muy presente en el film, en especial la defensa del aborto libre y gratuito y la represión que seguía pesando hasta la primera ley de 1985 hacia las personas que abortaban, que practicaban abortos o que facilitaban de alguna manera que se diera esta situación.
En resumen, estamos ante una comedia política bastante escorada a la izquierda con mucho contenido sexual. Recomendable.
Estamos ante la biografía cinematográfica de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, militar y noble castellano que en 1629 fue capturado por el pueblo mapuche en el contexto de la resistencia a la invasión y colonización de la Araucania. Lo que vivió en esta época lo plasmó en un libro que causó revuelo entre las élites locales y metropolitanas, Cautiverio feliz y razón individual de las guerras dilatadas del Reino de Chile, ya que ofrecía una visión mucho más humana del demonizado pueblo mapuche, y porque lo situó dentro de sus cánones como más “civilizado” que la Monarquía Hispánica por su forma de vida y por el trato recibido.
Núñez de Pineda pasó seis meses de cautiverio conviviendo como un habitante más de la comunidad mapuche que lo había capturado, estableciendo lazos afectivos e incluso sexuales con miembros de la comunidad, sin ninguna retención más allá que los peligros naturales que podía correr si huía. Frente a esto, las condiciones de esclavitud y el maltrato que corrían las fuerzas mapuches capturadas salta a la vista, incluyendo matanzas para dar escarmiento.
Esta película mexicana es sin duda pionera en el cine carcelario sobre mujeres. El hilo conductor es la trampa en la que cae Angelina, la protagonista de la película, por la que le acusan del asesinato de un antiguo novio. Así pues, al entrar en la cárcel se da de bruces con toda la situación de violencia permanente y problemas estructurales que convive dentro de los muros. Tenemos el habitual maltrato de los carceleros, la típica carcelera frustrada con fijación por hacer daño a algunas presas en particular, y la infinidad de reclusas que están ahí por sus condiciones económicas y que van viendo su existencia deteriorada. En diversos casos están pagando malos actos de sus novios y maridos, y a menudo son abandonadas por sus parejas masculinas, que no quieren hacerse cargo de ellas y prefieren buscarse otra relación.
La película también sitúa a las presas en rebeldía constante contra la institución carcelaria y contra el patriarcado, aunque no se nombre de esta manera. La solidaridad entre las presas es una constante que llegará hasta límites sorprendentes desde el principio de la película.
En este contexto social, es bastante deseable encontrar una pieza audiovisual que nos hable de lo que diversas ramas de la filosofía social llaman “Uberización de la economía”, en este caso en un sector que la población emplea alegremente sin pararse a pensar en lo que hay detrás. Es una historia sobre las condiciones laborales del mundo del reparto, y de las vivencias que sufren las personas que trabajan como repartidoras. En una de estas empresas trabaja Ricky, que necesita dinero rápido y por ello acepta un contrato deplorable con condiciones muy adversas, pero que le puede dar algo más de dinero si trabaja mucho. Desde los primeros minutos vemos que no le va a salir a cuenta, con diversas irregularidades, malos tratos desde el encargado, solidaridad agónica entre el resto de compañeros…
Sin embargo, la película no se queda en la lamentable vida laboral del padre de familia de toda la vida. También aborda los problemas intrafamiliares, con unos gastos inabordables, un hijo mayor adolescente que se mete en líos a menudo y una hija pequeña a la que hay que ir a buscar al colegio haciendo malabares con los horarios laborales, los vehículos, el cada vez más deficiente transporte público… Porque en esta familia la madre también trabaja, y como se asocia al rol femenino, es un trabajo de cuidados. Trabaja en el tercer sector, asistiendo a domicilio a personas dependientes, mientras tiene que sortear requerimientos imposibles para que una sola persona atienda en tan pocas horas. Una crónica más de la precarización laboral generalizada, con las nefastas consecuencias que tiene para cuidadoras y personas asistidas, pues veremos situaciones de verdadera violencia institucional hacia personas que estuvieron toda su vida trabajando, y en uno de los casos defendiendo sus derechos laborales desde la época de Thatcher.
Muy dramática y triste, pero como la realidad laboral de nuestros días. Muy recomendable.
A raíz de la inmensa cantidad de accidentes de tren que llevan ocurriendo años en todo el norte global, que han dejado miles y miles de muertes en la última década y han provocado fuertes devastaciones climáticas, esta película parece de obligatorio visionado tanto para profesionales como para quienes emplean este medio frecuentemente en transporte o mensajería.
La película es bastante explícita sobre los impactos que genera la oleada de privatizaciones del ferrocarril que llevan asolando Europa desde los años 80. En especial sobre la plantilla laboral, pero también en las infraestructuras. A finales de los 40 el sector ferroviario británico fue nacionalizado, al igual que en muchas otras partes del continente, acabando con el modelo de tropecientas mil empresas ferroviarias compitiendo entre ellas, construyendo tramos paralelos de un mismo recorrido, entorpeciendo el transporte y aprovechándose de obras públicas para su enriquecimiento, como llevaba ocurriendo en los últimos 100 años. Pero con el desmantelamiento del estado del bienestar, estamos volviendo a ese modelo que se había dado por superado por ineficaz, pero que aporta más beneficios a unos pocos que la nacionalización.
Los protagonistas de esta película son una cuadrilla de trabajadoras profesionales del ferrocarril, que por su edad parecen venir de un contexto en el que la privatización aún no se había dado, o al menos la mayoría de ellos. Su enorme experiencia se ve en todo momento mermada por las necesidades empresariales de contratos inestables y al día, separándolos a menudo, dándoles un material pésimo, o mal empleado, y obligándoles a hacer faenas con menos trabajadores de los necesarios, o sin las medidas de seguridad legales. Y siembre bajo el chantaje del despido o de la no contratación.
La intervención británica en Irak en 2003 no sólo llevó allí a sus tropas regulares, en aquel circo mediático sobre armas nucleares inexistentes que ha quedado bien fijado en la memoria colectiva. Las guerras son siempre un gran negocio para mucha gente sin escrúpulos, y las materias primas de los países invadidos no es lo único monetizable. El tema principal de la película son los ejércitos mercenarios que operan en las guerras de este nuevo siglo, como Blackwater o Wagner. En este caso, varias empresas contratistas en coordinación con el Ejército británico llevan mercenarios allá para diversas tareas de apoyo, pero Fergus, el protagonista, llega al punto de no poder más y decide volver. Allí se quedan diversos compañeros suyos, y la película empieza con el funeral de uno de ellos, en concreto de su mejor amigo.
Desde el principio, las circunstancias de la muerte de su amigo no le convencen del todo, así que decide hacer una investigación independiente. Bajo este hilo narrativo, veremos una denuncia explícita de los crímenes de guerra cometidos en Irak, de la complicidad del gobierno británico y la mano ejecutora de las empresas contratistas, de la permisividad internacional del negocio de los mercenarios, los traumas dejados por la guerra y las incapacidades de reparar el gigantesco daño sufrido en estos años por la población iraquí.
Título original: The Spirit of ’45
Dirección: Ken Loach
Guion: Ken Loach Música: George Fenton
Productora: Fly Film Company, Sixteen Films, Film4 Productions País: Reino Unido
Año: 2013 Duración: 94 min.
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido se hallaba sumido en una enorme crisis económica derivada de la conversión de la industria al esfuerzo bélico, falta de mano de obra tras el gigantesco número de vidas humanas jóvenes perdidas en la contienda, y con gran parte del tejido urbano, fabril y comunicativo destruido por los bombardeos nazis. Pese a que había sido el Partido Conservador quien había gestionado la guerra, había un deseo generalizado de no volver a las políticas previas a la guerra que habían dejado tanta pobreza y marginalidad, y que había liderado dicho partido. Así que, por primera vez en su historia, en 1945 ganó el Partido Laborista, con un programa histórico de nacionalización de empresas, aumento de derechos laborales y sanidad y educación públicas.
La película cuenta cómo fue ese proceso, que abarcó aproximadamente la primera década posterior a la guerra, en un contexto en el que dicho partido tenía una base política socialista muy diferente a la basura neoliberal que es actualmente. Hay testimonios en primera persona de cómo plantillas laborales notaron mejoría, de cómo las barriadas obreras comenzaron a gozar de mejor salud y vivienda pública de calidad, y también de cómo vivieron la destrucción de todo aquello a manos de Margaret Thatcher a lo largo de los años 80. La parte de la que no hablan tanto es de la crisis social que comienza a vivirse en el país desde los años 60, con un deterioro de los servicios públicos empezando, conflictos laborales a nivel nacional, auge del racismo hacia la población que migraba cada vez más de territorios colonizados y devastados por el Imperio hacia la metrópoli y auge del independentismo irlandés, todo con un Partido Laborista más escorado a la derecha que comenzó a reproducir marcos ideológicos que finalmente harían ganar a la derecha neoliberal. El salto que el documental pega de los años 50 a 1979, año de la victoria de Thatcher, se deja muchos matices fuera.
En cualquier caso, es un interesante testimonio de una experiencia histórica vivida, que tuvo beneficios y que en el contexto actual se quiere enterrar, incluso por quienes la llevaron a cabo. No por casualidad el documental se realizó en el contexto post-crisis de 2008, con una nueva ola de privatizaciones conservadoras que no se ha detenido a día de hoy, y que quienes protagonizan el documental, mayormente gente jubilada, denostan aludiendo al daño que les están haciendo con el deterioro del sistema sanitario.
Título original: Je, tu, il, elle
Dirección: Chantal Akerman
Guion: Chantal Akerman Fotografía:Bénédicte Delesalle, Renelde Dupont, Charlotte Szlovak
Reparto:Chantal Akerman, Niels Arestrup, Claire Wauthion
Productora: Coproducción Francia-Bélgica; Paradise Films País: Francia
Año: 1974 Duración: 82 min.
Esta obra de cine experimental francés nos sumerge de lleno en la bisexualidad de una manera muy intimista y original, si bien ha sido históricamente catalogada como cine lésbico. La protagonista vive varios episodios de su vida a lo largo del film, que va narrando con una voz en off. En las primeras escenas la vemos sola en una habitación sobreviviendo a base de comer azúcar, mientras va teniendo un descubrimiento de su cuerpo, de lo que la rodea y de sus posibilidades. Hasta que decide salir a la luz y convivir con una realidad muy sexualizada. Como en la vida real, veremos cómo las relaciones afectivo-sexuales no son tan sencillas como se nos hace entender.
La película explora, entre un híbrido muy logrado de documental dramatizado y película al uso, la vida de “Il divo”, uno de los diversos motes del político democristiano italiano Giulio Andreotti. A lo largo de su carrera política, en especial durante las diversas ocasiones en que fue presidente del gobierno, estuvo implicado en terrorismo de estado contra grupos anticapitalistas, en corruptelas gigantescas, en contactos de diverso tipo con la mafia y mantuvo una relación estrecha con la logia de extrema derecha Propaganda Due. Para ir tapando todos estos vínculos, fue formándose a su alrededor un reguero de sangre en asesinatos de periodistas, correligionarios, enlaces e incluso jueces, como el famoso juez Falcone. Aunque fue condenado en tribunales primarios por algunas de estas cosas, nunca llegó a entrar en prisión ni a tener una sentencia condenatoria firme, ya que en instancias judiciales superiores siempre se le absolvía, o bien ostentaba cargos políticos que le proporcionaban inmunidad. También estuvo detrás de los movimientos que finalmente llevaron a no negociar con el grupo armado Brigadas Rojas, forzando así a que asesinaran a su compañero de partido, el primer ministro Aldo Moro.
Andreotti es el claro ejemplo de hombre de estado de la segunda mitad del siglo XX, dispuesto a todo para defender el capitalismo y el sistema político liberal, aunque ello implicara saltarse infinidad de normas legales del sistema democrático. Y que por su fidelidad al estado, terminó su vida impune de todos sus delitos y recompensado con una vida muy acomodada y homenajes institucionales por doquier. Su justificación de todo aquello osciló entre que estas cuestiones ocurrían casualmente cerca de él, en que los testimonios en su contra eran burdas tramas para hundirlo, y al final de su vida no dudó en legitimar sus prácticas aludiendo al contexto de Guerra Fría y de la necesidad de defender al estado de sus enemigos.
Este largometraje analiza su figura, nos sitúa su carácter humano junto a su implacabilidad y su sangre fría, y hace una extensa enumeración de muchas de las situaciones que ocurrieron “alrededor” de Andreotti y por las que nunca pagó un precio pese a responder de ellas en innumerables comisiones parlamentarias y tribunales judiciales.